La ciudad de Sevilla del siglo XVIII no es como la conocemos hoy. Acaba de concluirse una reconstrucción planimétrica de la ciudad de Sevilla en 1771 realizada por dos arquitectos sevillanos, Pedro Mena Vega (Texas Tech University) y Javier Navarro de Pablos (Universidad de Sevilla y URJC), aplicando los criterios cartográficos de Giovanni Battista Nolli , el arquitecto italiano que fue el primero en realizar un mapa iconográfico convirtiéndose su plano en modelo a copiar y referente para los planos de ciudad producidos posteriormente. En 'Nueva Planta de Sevilla' , los jóvenes profesionales representan por primera vez Sevilla al completo siguiendo los principios de Nolli. La fecha, 1771, alude a la publicación de la primera cartografía científica de Sevilla, ordenada levantar por Pablo de Olavide, del que se celebra en 2025 el tercer centenario de su nacimiento. Los arquitectos presentan hoy en la Casa de la Provincia el plano que luego se expondrá permanentemente en la Escuela de Arquitectura en formato original con unas medidas de dos metros y medio por uno ochenta. El plano de los arquitectos sevillanos incluye hipótesis inéditas sobre edificios fundamentales para la historia de Sevilla como los conventos de San Francisco, la Victoria o Santo Domingo de Portaceli, complejos civiles como el cuartel de las Cureñas o el Matadero, las iglesias desaparecidas de San Miguel y la Magdalena y cientos de casas y palacios, entre otras muchas edificaciones. «El plano de Nolli es el plano por excelencia del Barroco y a partir de ahí se cambia la concepción de la ciudad, el concepto de lo público se extiende no sólo a plazas y calles sino también a los edificios como iglesias, conventos y mercados. En todas las Escuelas de Arquitectura del mundo se estudia el plano de Nolli», dice Navarro. Mena añade: «El plano de Nolli entiende la ciudad, no sólo con sus plazas y vías y el trasiego urbano, sino también con sus espacios interiores que por estar cubiertos no se les había prestado atención». Basándose en el principio del arquitecto italiano han imaginado que en lugar de hacerlo en Roma lo hubiera hecho en Sevilla . «Hubo una iniciativa que fue el plano de Olavide, 30 años después de Nolli, que fue el primero con rigor geométrico y de importancia fundamental en la historia de Sevilla, y que ha sido nuestra base fundamental para el trabajo», explica Mena. A esa locura de la que hablaron hace siete años han destinado parte de su tiempo de los últimos tres años, con la inestimable ayuda en el delineado de los planos de la arquitecta Pilar Canterla Rufino . «La verdad, confiesa Navarro, empezamos este trabajo por mero 'frikismo' porque el plano de Nolli para cualquier arquitecto es fascinante, y te puedes pasar horas mirando y analizando Roma a través de la pluma de Nolli. Pero con el paso del tiempo y verlo acabado, ha adquirido otro sentido, porque la cartografía no deja de ser otra escritura, son trazos que codifican una cierta realidad, y dibujar la ciudad requiere un proceso previo de qué se cuenta y qué no se cuenta, qué se dibuja y qué no. En un momento en que el espacio público pierde peso en una deriva privatizadora, tiene sentido reivindicar a Nolli y que el espacio público va más allá de calles y plazas, sino que hay un colectivo patrimonial en el interior de los edificios». Primero establecieron el 'manzanario' preciso teniendo como referencia el actual y el de Olavide. «Encajando los retranqueos, demoliciones y añadidos que se podían haber producido en el momento para traducir el plano de Olavide a un plano científico exacto. Luego hemos recopilado a través principalmente de archivos, digitales y físicos, las plantas de los edificios más representativos: edificios públicos, casas palacio, conventos... y, finalmente, el delineado», explica Navarro. Han sido más de trescientas plantas dibujadas al máximo detalle realizadas en este trabajo en el que ambos arquitectos querían desmenuzar la Sevilla de Olavide , descubriendo las entrañas de la ciudad. «Queríamos contar ese espacio que Nolli define muy bien como público y que no se cuenta, que se pinta de blanco en el plano y del que no se sabe apenas en el plano de Olavide». Para ambos arquitectos se descubre a través del documento de Olavide que a primera vista Sevilla parece una ciudad muy densa. «En realidad es una ciudad muy porosa. Es decir, con muchas cavidades, como si fuera un hormiguero. Por ejemplo, en el plano de Olavide hay algunas huertas representadas, pero nosotros tras meses de investigación en padrones de vecinos vimos que había muchísimas más huertas y menos edificios de los que parece que hay en el plano de Olavide. No es una ciudad en la que todo está edificado, al contrario, hay muchos espacios abiertos, y en esos detalles no entró Olavide, sólo delimitó el contorno de las manzanas y las huertas grandes y evidentes. Nuestra investigación ha recompuesto una imagen más realista de la Sevilla del XVIII», asegura Mena. A lo largo del trabajo de recopilación de datos, uno de los libros fundamentales ha sido el de Félix González de León que tiene el título de 'Noticia artística, histórica y curiosa de todos los edificios públicos, sagrados y profanos de esta Muy Noble, Muy Leal, Muy Heroica e Invicta Ciudad de Sevilla y de muchas casas particulares'. «Él señala uno por uno todos los edificios monumentales de la Sevilla del XIX y los describe y eso es fundamental porque es una persona que los vio en pie, aunque muchos de ellos acabaron destruidos por la invasión napoleónica, otros tras la Desamortización que fue poco antes de escribirse el libro, muchos conventos empezaron a secularizarse, pero es un libro que es un testimonio de primera mano. Por ejemplo, el convento de la Victoria de Triana . Que sepamos no hay un sólo dato de cómo era. Estaba junto a la calle Salado, el colegio de los Maristas está construido sobre lo que fue el convento. Y nosotros, al no tener ninguna restitución planimétrica, ni campaña arqueológica, nada de nada, hemos acudido a este libro que lo describe: 'tenía una iglesia muy grande que se entraba por un lateral, dos capillas a los lados, y había dos claustros...' y con esos pocos datos hemos hecho la restitución», explican. Otros ejemplos serían la extinta parroquia de la Magdalena que ocuparía el lugar donde hoy está la plaza, porque la actual es la iglesia del antiguo convento de San Pablo , o la parroquia de San Miguel que estaba en la plaza del Duque. «Nosotros en base a los relatos de González de León hemos reconstruido las plantas. Ha sido transportar el texto al dibujo». Para Javier Navarro, este nuevo plano desvela y se ve claramente cuando se analiza «que la ciudad estaba muy manoseada. Por ella han pasado varias culturas y todas ellas han dejado su forma de hacer arquitectura y entender los espacios intermedios, importantísimos en la arquitectura del sur, como son por ejemplo el zaguán o la galería, el patio, el jardín, la huerta y esa colección de espacios forman parte de la vértebra de la ciudad a través de nuestro plano. Y también me ha sorprendido lo domesticado que estaba la zona de extramuros, no quedaba un centímetro cuadrado sin que hubiera una huerta. Hasta el actual San Jerónimo todo eso eran huertas que estaban en constante explotación. Había una Sevilla agrícola muy presente. Tras este estudio, ambos arquitectos aseguran que en Sevilla ha habido una destrucción patrimonial importante. «En el siglo XIX se perdieron la muralla y todas las puertas y en arquitectura la masacre fue en la autarquía, en los años del desarrollismo. Muy claramente se ve en la plaza del Duque, donde hay fotos de principios de los 60 donde se ven los dos palacios y el complejo del colegio de San Hermenegildo . Verlo es duro. Habiendo ganado una visión patrimonialista tan sensible, duele que eso pasase hace tan poco tiempo». Otro edificio curioso que ya está dibujado en el plano es el cuartel de las Cureñas, que estaba junto a la puerta Real, donde está hoy el ambulatorio de Marqués de Paradas. O el convento Santo Domingo Portacoeli , que estaba en la esquina entre Luis de Morales y Eduardo Dato, y además fue un sitio de mucha importancia histórica porque fue donde se situó la imprenta de Indias, donde se hacían los libros de la orden de los Dominicos que se llevaban a Indias. «Es un sitio olvidado de la historia de Sevilla», cuentan. Pero no han podido encontrar los planos de todo lo que pretendían. «Hay edificios actuales que nos han prestado plantas de arquitectura o de incendios que nos han servido, otros no han contestado. Están dibujados Dueñas o la Casa de Pilatos y ha habido que contactar con muchos hoteles que ocupan antiguos palacios para que nos surtieran de plantas». Para ambos, de la Sevilla de Olavide queda no mucho. «Hay muchos niveles. En el trazado de calles y plazas hay algunas zonas que no han variado mucho, y otras sí, por ejemplo San Julián, el Duque, pero aún así, se han mantenido más a nivel de viario que de edificaciones. Aunque desde fuera se puede ver una ciudad antigua, no es así, hay muchos edificios que sólo queda la fachada. A nivel de edificios más del 90 por ciento de lo que había en el plano de Olavide ya no existe». «A diferencia de lo que se suele pensar por ejemplo, en el barrio de Santa Cruz ha habido muchas demoliciones, como la original parroquia, dado que la actual es del XIX, y mucho del caserío de Santa Cruz es del XIX y del XX. Desde el punto de vista urbanístico lo mejor conservado es la parte de San Lorenzo-San Vicente. También la zona de San Bartolomé, donde hubo en los 80 proyectos de restauración y consolidación que preservaron las edificaciones y no ha cambiado mucho, salvo expulsar a los vecinos de los corrales».