Una de las razones por las que Albert Einstein no aceptaba la física cuántica es que esta parece predecir acciones instantáneas a distancia, influencias que parecen propagarse a velocidad superior a la de la luz. En 2022, Alain Aspect, John Clauser y Anton Zeilinger obtuvieron el premio Nobel de Física por sus experimentos confirmando la “no-localidad” cuántica: la existencia de correlaciones imposibles de explicar mediante teorías “de variables ocultas” en las que los observadores tengan libre albedrío (para elegir qué medidas hacer) y en las que la comunicación a velocidades superiores a la de la luz sea imposible. Sin embargo, los experimentos merecedores del Nobel no aclaran cuál es el mecanismo responsable. Una posibilidad es que las variables ocultas sean las que determinen qué medidas se hacen: el libre albedrío que los físicos creen tener sería una ilusión. Otra posibilidad es que la comunicación superlumínica sea posible. Una tercera posibilidad es que no existan variables ocultas.Seguir leyendo