Los bebés saben hacer lo justo: respirar, comer, llorar. Y, con suerte, dormir. Para todo lo demás, necesitan apoyo. Poco a poco, sin embargo, aprenden a vestirse, lavarse, montar construcciones, elaborar teorías. La independencia también crece ante los libros: primero, los escuchan; luego, los leen solos. Y los eligen, en librerías a ras del suelo. Aunque el punto de partida siempre está decidido: escoja lo que escoja el pequeño, estará escrito por alguien grande. Seguir leyendo