Las casas de los divorciados

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Para disfrutar los contenidos de Clarín es necesario que actives JavaScript en tu navegador.Volver a la HomeNoticias hoyEn vivoSociedadDe la misma manera que existe una historia de la vida privada -los cinco volúmenes de Georges Duby y Philippe Ariès son extraordinarios- debiera existir una historia del divorcio. O de las parejas que se llevan mal. En pocas décadas todo ha cambiado de manera increíble. Hasta los años 70 era usual escuchar que los matrimonios no se separaban “por los chicos”, como si vivir en una hogar atravesado por la tensión, sino el maltrato, no fuera peor.Luego llegaron los divorcios en los que el hombre perdía casi todos los derechos como padre. Veía a los hijos los fines de semana -a veces uno por medio- y se desentendía del día a día. Había un prejuicio pro mujer: se suponía que ellas (por ¿instinto?) se encargarían mejor de la crianza. Pero pocos años atrás empezó a hacerse normal la tenencia compartida e incluso hoy no es inusual que sean los padres que cambien de casa y no los chicos. Ellos viven en el mismo hogar -que ahora lo denominan “casa nido”- y una semana se muda allí el padre y, otra, la madre. Se necesita, claro, cierto respaldo económico porque se mantienen tres casas... Y si bien implica facilidad para los más pequeños, los ex cónyuges deben llevarse bien porque sin convivir comparten hogar.Otra opción contemporánea es la casa divisible que diseñó el arquitecto holandés Xander den Duijn. La idea es llamativa: una pareja empieza a vivir junta en una casa modular con sus habitaciones conectadas. Si deciden separarse en algún momento entra en juego la flexibilidad: como si fuera un tetris, la casa se divide en tres espacios diferentes, uno común donde habitan los chicos y otros dos que están separados, uno para cada padre. Los módulos pueden estar cerrados al resto de la casa o abiertos, según el momento. Eso sí: estas casas debieran construirse con materiales ligeros (como fibra de carbono) para que la división resulte sencilla desde lo constructivo.Opciones existen -algunas un tanto exclusivas- pero lo central es que los hijos no sientan que nadie queda al margen de su vida ni que ellos quedan condena a solo “visitar” a uno de sus dos padres.Newsletter ClarínRecibí en tu email todas las noticias, coberturas, historias y análisis de la mano de nuestros periodistas especializadosQUIERO RECIBIRLOTags relacionadosMundos íntimosPaternidad