El muestrario de lo incautado en los últimos años durante el 'gaokao' o selectividad china certificaba la transición de las manufacturas baratas a la potencia tecnológica que ansiaba el Gobierno. Receptores de radio camuflados en bolígrafos, gafas, relojes o cinturones y otros artilugios que no chirriarían en la filmografía de James Bond. No era arriesgado apostar por la llegada este año de la inteligencia artificial, sector al que Pekín confía su economía futura, y útil por igual para los que engañan y los que intentan evitarlo.Seguir leyendo....