Tuvo algo de conmovedor. Hasta de emocionante. Agonizaba el estreno en el Mundial de clubs entre Al-Ahly, el campeón egipcio, el coloso de África, y el Inter Miami, la franquicia que demuestra el poderío de la industria en Estados Unidos. Y sucedió en Miami. Fue entonces cuando Leo Messi, ya en el tiempo añadido del estreno del Mundial de clubs, otro invento multimillonario de la FIFA para exprimir el negocio hasta el último momento del curso, comenzó a correr de manera desesperada. Seguir leyendo....