Sánchez intenta preservar al Gobierno y el PSOE le da manos libres para pilotar el rearme del partido

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Sin certezas sobre hasta dónde escalará la trama, la Ejecutiva cierra filas con el presidente y se conjura para evitar el anticipo electoral, pero discrepa sobre si es necesario un Congreso Extraordinario o una Conferencia Política. “Estamos ante una huída hacia delante”, presagian algunas vocesSánchez: “Entregar las riendas del país a PP y Vox sería una tremenda irresponsabilidad” Pedro Sánchez tenía dos opciones: tirar la toalla o pelear. Y ha elegido la segunda. Ni elecciones generales ni moción de confianza. Nueva entrega del manual de resistencia. En apenas cuatro días el presidente del Gobierno ha pasado de la decepción a la frustración y de esta al enfado furibundo. Con Santos Cerdán, pero también con una derecha de la que no admite lecciones de integridad ni de decencia. Pasa así al ataque contra el PP y se dispone a rearmar a un PSOE aún consternado por los acontecimientos. Con dos secretarios de Organización que supuestamente cobraban mordidas a cambio de la adjudicación de obra pública no es para menos. Cuando se empezaba a hacer la digestión de los tejemanejes del primero, José Luis Ábalos, salen ahora unas grabaciones nauseabundas que lo relacionan con la compra de mujeres a cambio de sexo y la presunta implicación del segundo, Santos Cerdán, en una trama corrupta que operaba desde 2015. Y lo que es peor, hoy ya nadie pone la mano en el fuego por nadie después de habérsela achicharrado con el navarro que trajo a Koldo García a Madrid para que hiciera de chófer en el partido y acabó casi dirigiendo el Ministerio de Transportes por delegación de Ábalos. Todo es desconfianza. Y aun así Sánchez trata de perimetrar el escándalo en la Organización del partido, de preservar al Gobierno y de librar a España de un Gobierno de derechas. “Entregar las riendas del país a una coalición del PP con Vox que están impulsando una agenda reaccionaria y que actualmente tiene abiertos 30 casos de corrupción, como es el caso del PP, o ha sido multado por financiación irregular, como es el caso del partido de la ultraderecha, sería una tremenda irresponsabilidad”, afirmó, en un reconocimiento implícito de haber perdido la mayoría social. No es el único que así lo cree, porque durante la reunión de la dirección socialista –que por primera vez desde que Sánchez es secretario general se prolongó durante casi cinco horas y casi todos sus integrantes pidieron la palabra– si algo concitó la unanimidad fue exactamente eso: que una convocatoria electoral anticipada llevaría al PSOE a la debacle en estos momentos. Hubo otra coincidencia: Sánchez debe seguir al frente. Nadie expresó durante el cónclave lo contrario, pese a que este fin de semana hubo voces de esa misma dirección que sí lo apuntaron. Quedan, pues, para los críticos habituales la insistencia en pedir su dimisión y la disolución de las Cortes. “No vamos a permitir que la supuesta corrupción de unos pocos, que tendrá que ser sustanciada, en este caso, en los juzgados, eche por tierra la integridad de una de las administraciones públicas más limpias de la historia democrática de nuestro país”, respondió el secretario general del PSOE, que la tarde del lunes inició ya la ronda de contactos con los socios de la investidura con la vicepresidenta segunda y cabeza de Sumar, Yolanda Díaz. Del resultado de las conversaciones con todos ellos dependerá hasta dónde puede o no llegar un Sánchez que, según explicó a su dirección, está dispuesto incluso a explorar ya los apoyos para los presupuestos generales de 2026. Sánchez, este lunes, durante su comparecencia. Las elecciones, recordó, son cada cuatro años, “así ha sido y así seguirá siendo”. “Y no vamos a romper la estabilidad de un gran país como es España, que vive uno de sus mejores momentos de las últimas décadas para ponerlos en manos de la peor oposición que ha tenido la historia democrática de nuestro país en manos de Feijóo y de Abascal”, esgrimió, después de anunciar que comparecerá en el Congreso a petición propia “en la primera fecha disponible para dar todas las explicaciones necesarias y responder a las preguntas de todos los grupos parlamentarios”. Con toda probabilidad será el 9 de julio si la agenda internacional lo permite, y el PSOE impulsará además una comisión de investigación sobre el caso Koldo/Ábalos/Cerdán en el Congreso de los Diputados. Sánchez quiso responder a propios y extraños que caricaturizan su permanencia en el Gobierno con un supuesto afán de mantener el poder a cualquier precio y echó mano para ello de una frase que aún resuena en el imaginario colectivo de la familia socialista, utilizada por el asturiano Javier Fernández cuando fue presidente de la gestora que dirigió el partido tras un convulso Comité Federal en 2016 que acabó con la dimisión de Sánchez. “Primero, España y después, el partido”, afirmó en su comparecencia pública para acallar la crítica interna de aquellos a quienes acusa de haberle segado la hierba bajo sus pies desde el primer día que llegó a la secretaría general. Los socialistas saben, en todo caso, que hoy ni Felipe González ni Alfonso Guerra ni Joaquín Leguina ni Eduardo Madina ni mucho menos, Susana Díaz, serían capaces de articular una alternativa viable a la actual dirección. Por eso la Ejecutiva Federal se conjuró para proteger al Gobierno, pese a que nadie sabe hasta dónde puede escalar el escándalo. También para evitar que las derechas lleguen al Gobierno de España y para que el secretario general tenga manos libres en el rearme de un PSOE aún hoy atribulado tras los escándalos. Sánchez delimitó, eso sí, los cambios que someterá al parecer del Comité Federal del próximo día 5 al área de Organización, pero nadie descarta que vayan finalmente más allá, si bien quedó claro que el PSOE vuelve a dar manos libres a su secretario general para pilotar el rearme del partido. Y lo mismo ocurre con los posibles relevos dentro del Gobierno que le reclaman y que el presidente quiere evitar de momento porque en su opinión “es un asunto que afecta al partido y no al gabinete”. No sería, en principio, hasta otoño cuando se puedan ver caras nuevas sentadas en torno a la mesa del Consejo de Ministros. Lejos de amilanarse, el líder del PSOE emprende así, en palabras de algunas voces de la dirección, “una huida hacia adelante” que podría detenerse abruptamente si la investigación acredita que hay más socialistas implicados. De eso, toda la Ejecutiva Federal es plenamente consciente. Y quizá por ello hubo debate sobre si, después de la designación de una secretaría de Organización coral hasta el máximo órgano del partido entre congresos, debía convocarse un Congreso Extraordinario o una Conferencia Política. Lo primero lo apuntó el secretario de Política Institucional, el andaluz Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, mientras que su colega de federación y responsable de Acción Electoral y Análisis, Francisco Salazar, lo rechazó de plano. Patxi López no tenía claro si lo uno o lo otro mientras que el secretario de Política Municipal, Alejandro Soler, defendió la celebración de una Conferencia Política. El resto se mostró favorable a limitar el debate al próximo Comité Federal. “Sin tiempos y sin limitaciones de palabra. Si tenemos que quedarnos a dormir todos en Madrid esa noche, nos quedamos, pero ha de ser un debate libre y a fondo”, asegura una dirigente de la dirección. Franqueza en los análisis Así lo quiere también el secretario general, quien al comienzo de la reunión de este lunes pidió a sus correligionarios “franqueza” en sus análisis y que nadie pusiera límite a las intervenciones. Un Sánchez nuevamente resiliente descartó ante sus ejecutivos un superdomingo electoral que agrupe, cuando llegue el momento, la convocatoria de generales, autonómicas y locales. “Había un elefante en la habitación y el presidente no lo esquivó”, relata otro socialista presente en el cónclave y temeroso de que el desgaste y la falta de credibilidad que acumula Sánchez tenga consecuencias para los alcaldes y presidentes autonómicos, como ya pasó en 2023 cuando perdió gran parte del poder institucional. “Mi deber ahora, como capitán, es tomar el timón, capear esta tormenta, tomar las medidas para recuperar la confianza de los españoles en el PSOE y proteger el Gobierno de coalición progresista”, reiteró el presidente en respuesta a quienes le demandan que convoque elecciones. “Algunos compañeros legítimamente están planteando distintas opciones y yo les animo a que en el Comité Federal intervengan, que lo hagan en los órganos internos. La crítica siempre va a ser bienvenida porque esta es una organización con democracia interna, que es lo que garantiza su autonomía en la toma de decisiones”, enfatizó en una invitación explícita a toda la dirigencia.