El hombre viril

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Dos libros separados más de cien años me han hecho cavilar sobre el título de la columna de este primero de junio. Uno es La fuerza viril, publicado en 1914, en Barcelona, por el entonces popular Doctor Franz Keller (no confundir con el psicólogo suizo). En él nos daba pautas a los hombres para conservar la virilidad hasta una edad muy avanzada y medios para recuperarla los que la hayan perdido por abusos, enfermedades u otras causas. La virilidad, la RAE la asocia a los sinónimos de masculinidad y hombría, definiéndola como la cualidad propia del varón. Mucho más cercano en el tiempo, Zira Box, profesora en la facultad de Ciencias Sociales de la Universitat de València ha publicado este año un excelente ensayo titulado La nación viril.Con el riesgo de ser acusado de combinar textos tan diferentes, ambos vienen a colación de la prominencia de la virilidad como parte esencial de las virtudes del hombre y por la proyección de esta idea a la propia sociedad. Falange, desde su posición contraria a la propia República, contraponía la España liberal, democrática, y «afeminada», con su «España viril», enérgica y autoritaria. Este modelo se acentuó más en la Guerra Civil con el llamamiento a la viril voluntad de servicio a la Patria. Como indica en el prólogo de su libro la profesora Box, la virilidad supone «un arquetipo formado por un conjunto de cualidades deseables establecidas a partir de una lectura básica y binaria». Binarismo que está claramente definido por la diferencia sexual. Un Estado donde cada género asume su rol, incluso separando a niños y niñas en las escuelas.La mujer fue relegada a un papel secundario, con la pérdida de los derechos conseguidos en la Segunda República. Se promovió un modelo centrado en el hogar, con limitaciones en la educación, el trabajo y la libertad personal. Su tutela pasaba del padre al del marido, con un foco en la familia y la procreación. La Sección Femenina de la Falange, fundada por Pilar Primo de Rivera, jugó un papel importante en la formación de este modelo de mujer. La pérdida de la Alemania nazi y de la Italia fascista, descafeinó la parafernalia franquista y ya al final de la dictadura, cuando España se abrió al turismo, el modelo de la «España viril» se vino abajo, convirtiéndose en una España de pandereta, bufa, claramente identificada con las películas de Alfredo Landa. La democracia, peleada, no sólo por hombres, también por mujeres, abrió el camino a la ruptura del modelo que se había querido implementar desde el final de la Guerra Civil.En estos años, el resurgir de la extrema derecha tiene mucho que ver con ese modelo viril, que clama por los derechos del hombre hetero, blanco, abochornado ante el progreso imparable de las mujeres, desde la universidad hasta los puestos de poder a los que poco a poco va accediendo. El resurgir del fascismo tiene mucho que ver con la reacción al feminismo, al avance en los derechos igualitarios, a opciones diferentes de sexualidad, a la paridad en las instituciones… Y lo preocupante son los jóvenes varones que se sienten perdidos por el papel de sus compañeras, incluso discriminados (datos CIS). Mientras las chicas han aprendido rápidamente que pueden alcanzar todo aquello que se propongan, a los chicos no les hemos dado herramientas para que encuentren un nuevo modelo de masculinidad. Esto explicaría que entre los nacidos a principios de siglo, ellos son cada vez más de derechas y ellas cada vez más de izquierdas.