Carlos Alcaraz vuelve a sonreír, y lo hace con una sonrisa llena de colmillos con la que manda un aviso a Lorenzo Musetti: hay tenis afiladísimo, piernas afinadísimas y todo son pensamientos positivos en su cabeza. Y va desatado hacia su segunda Copa de los Mosqueteros. La puesta en escena ante Tommy Paul es la de quien lo tiene todo en su sitio para triunfar en la Philippe Chatrier. Son todavía cuartos, pero el mensaje es claro: a este nivel pocos le alcanzan. No lo hizo desde luego el estadounidense, que le había hecho daño en los choques anteriores, pero se deshace en la tarde noche parisina, obnubilado, incrédulo, incapaz. Como si no supiera jugar al tenis. Enfrente, un tenista... Ver Más