Hoy ya no hace falta dominar el piano ni conocer armonía para crear una canción. Herramientas como Suno, Udio o Splice Create permiten generar melodías completas a partir de unas pocas indicaciones escritas. Basta con describir el estado de ánimo o el estilo deseado, y el sistema entrega una pista lista para usar. En los próximos diez años, estos generadores permitirán incluir elementos como la voz propia grabada en el móvil o una imagen que transmita la atmósfera deseada. El resultado: una producción musical totalmente personalizada, desde casa y sin conocimientos técnicos.Pero este acceso masivo también traerá consecuencias. Si se llegan a generar más de 100 millones de pistas nuevas cada día, como se estima, la saturación dificultará la visibilidad de las obras originales. Destacar será más cuestión de marca personal y conexión con el público que de calidad técnica.Coproducción humano-máquina: una nueva profesiónArtistas como Grimes ya han licenciado su voz a la comunidad, permitiendo que cualquier persona cree canciones con su timbre, a cambio de compartir los ingresos. Este modelo de colaboración está dando lugar a nuevos perfiles como el AI-producer, experto en dirigir modelos generativos y curar su salida.En lugar de tocar instrumentos, estos creadores diseñan prompts (instrucciones detalladas) y ajustan parámetros para obtener un resultado concreto. Se podría comparar con un director de cine que no actúa, pero decide cada aspecto estético de la película. En los próximos años, incluso los plugins de producción musical integrarán estilos de ingenieros de sonido famosos, facilitando el acceso a una calidad profesional desde casa.Derechos y modelos de negocio: el gran retoLas discográficas están explorando acuerdos con plataformas como Meta para garantizar un uso ético de sus catálogos. Esto implica transformar grandes colecciones de canciones en bases de datos con licencias claras para el entrenamiento de modelos de IA.En este nuevo mercado, los micropagos por uso algorítico se volverán habituales. Por ejemplo, una canción generada por IA podría incluir fragmentos de estilos inspirados en artistas conocidos, y pagar por ello una tarifa equivalente a su uso en un videojuego o una app de fitness.Sin embargo, los litigios por copyright podrían frenar esta evolución. Si los tribunales obligan a usar solo datos con consentimiento explícito, el coste de entrenar modelos aumentará, y podría ralentizarse la innovación, al menos en Occidente.Regulación en construcciónLa Ley de Inteligencia Artificial de la Unión Europea ya establece que las obras generadas con IA deben estar claramente etiquetadas. Se exigirá trazabilidad (saber qué modelo se usó y con qué datos se entrenó) y se incluirá un aviso visible para el usuario final.Estas normas permitirán distinguir fácilmente entre música humana y generada por máquina. A medio plazo, los deepfakes no autorizados podrán detectarse automáticamente, lo que protegerá la identidad de los artistas.Sin embargo, la falta de armonización internacional complica la distribución global. Mientras que la UE avanza en transparencia, regiones como EE.UU. o Asia adoptan enfoques más laxos o fragmentados.Nuevas oportunidades (y amenazas) laboralesEl mercado de la música con IA podría pasar de generar 600 millones de dólares en 2024 a más de 3.000 millones en 2030. Las herramientas reducirán el coste de producción y masterización a la mitad, pero también podrán sustituir parte del trabajo de los compositores de bibliotecas musicales.Por otro lado, surgirán nuevos perfiles: curadores de datos, auditores de modelos, especialistas en cumplimiento legal de IA. Adaptarse al nuevo panorama requerirá formación continua y flexibilidad.La experiencia del oyente también cambiaráBandas como Velvet Sundown, completamente generadas por IA, ya suenan en Spotify. En una década, escucharemos listas adaptadas a nuestro estado de ánimo, ritmo cardiaco o incluso al clima. La música podrá generarse al instante en nuestros propios dispositivos, sin necesidad de descargar nada.Esto plantea una pregunta clave: ¿seguirá la audiencia valorando la música hecha por humanos? Para muchos, la autenticidad emocional sigue siendo un criterio importante. La conexión con el artista, su historia y su intención seguirán teniendo peso, aunque convivan con contenidos automatizados.Escenarios que podrían hacerse realidadCopiloto creativo universal: cada software de producción musical integrará asistentes IA capaces de sugerir acordes, rellenar pistas vacías o cambiar voces. La autoría será compartida entre humano e IA, y se reconocerá en los registros de propiedad intelectual.Mercado dividido: por un lado, un circuito artesanal y humano, con discos en vinilo, directos y NFTs. Por otro, contenido masivo generado por IA para podcasts, reels, videojuegos.Regulación más estricta: si los litigios de copyright se multiplican, podría exigirse consentimiento explícito para cada dato usado, encareciendo el desarrollo de nuevos modelos.Colapso de confianza: un posible escándalo por deepfakes podría motivar la creación de un estándar global de autenticidad, basado en blockchain o marcadores cuánticos.Recomendaciones para creadores y empresasAprende a escribir buenos prompts. Controlar el lenguaje, las referencias estilísticas y los parámetros será tan valioso como dominar un instrumento.Construye tu marca personal. La identidad y la relación con tu comunidad serán claves para destacar.Asegura tus derechos. Especifica claramente quién puede usar tus obras y en qué condiciones.Mantente al día con la ley. Las normativas europeas impondrán guías técnicas entre 2026 y 2027.Diversifica tus ingresos. Considera el sync con videojuegos, la venta de stems exclusivos o conciertos híbridos con avatares IA.La noticia El futuro de la composición musical: cómo la Inteligencia Artificial cambiará las reglas del juego fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Natalia Polo.