La otra noche iba a empezar el Dortmund-Monterrey, una de esas fantasías que nos está brindando el Mundial, y me hice una pregunta inadecuada: ¿Por qué? Por qué no apago la tele y me voy a la cama, si estoy cansadísimo y tengo mucho sueño, si anoche ya hice lo mismo y luego apenas duermo porque enseguida se despiertan los niños, si en teoría estoy de vacaciones y debería descansar algo. Por qué me quedo a ver estos partidos si me da igual quién gane, si ni siquiera me divierte ya, o al menos por qué no lo veo mañana repetido. Me pregunté eso y no supe qué contestarme. Solo asumí la realidad: cuando deja de ser divertido, eres oficialmente adicto.Seguir leyendo....