Defensa de Israel

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Palestina... nombre ficticio e ilusorio que esconde la realidad: Hamas. Palestina es Gaza y Gaza es Hamas. Hamas gobierna, domina y controla la franja de Gaza desde hace más de 15 años: usa escudos humanos, ubica sus instalaciones terroristas bajo las poblaciones y edificios civiles -hospitales, colegios, campamentos-. De acuerdo con el Corán asesinan y mueren en lucha contra sus enemigos y siempre con la norma de que el fin justifica los medios. En todo ese tiempo en el que Gaza ha estado y está bajo la dictadura islamista de Hamas no han hecho otra cosa que prepararse para el asesinato civil de judíos, no han hecho otra cosa que realizar atentados terroristas contra la población civil judía -ya con cuchillos, armas, bombas o camionetas-, y no han hecho otra cosa que lanzar terroríficos misiles contra la población civil judía a cualquier hora del día. No han construido tal cosa como Palestina en estos 15 años: la población está dominada, bajo la férula de Hamas no han tenido ni un ápice de libertad, no han podido trabajar para tener alimentos, medicinas, hospitales, pan, escuelas o paz. Los déspotas los tienen como rehenes, con un único destino: el terror. No hay Palestina. Hay Hamas. El 7 de octubre de 2023 el grupo terrorista Hamas -no Palestina- lanza un ataque cruel y asesino sobre los pueblos cercanos donde aterrorizan y asesinan a 1.400 personas y secuestran a más de 200 para ser usadas como moneda de cambio. Civiles en su inmensa mayoría: el terror contra población indefensa. Han asesinado y violado a mujeres embarazadas, secuestrado ancianos, niños, bebés. Todos los asesinados son pobladores de las aldeas vecinas a la línea de frontera. Es una de las acciones más salvajes y totalitarias sobre la población civil del que hemos sido horrorosamente testigos en este siglo. No se puede entrar en los detalles porque el sentido profundo de la humanidad se cae a pedazos. En estos quince años Hamás liquidó interiormente a sus teóricos enemigos de Al Fatah, los barrió del mapa para implantar su dictadura islamista. En todo este tiempo Israel se resguardó de todos los ataques que de forma continua se realizaron sobre su territorio. Hasta aquí. El objetivo de Israel es destruir la capacidad militar de Hamas y evitar una repetición de lo sucedido en 2023. Desde el minuto uno de la respuesta israelí todos los farsantes comenzaron a hablar de genocidio, ¡palabra sagrada en la civilización europea, tontaina!, como si los muertos y las cifras de muertos que genera la operación militar israelí para defenderse de sus asesinos que nos cuenta Hamas fuera algo similar a la verdad, y fueran los terroristas de Hamas gaseados en campos de concentración. Israel quiere liquidar el poder militar de Hamas, el que le da Irán y parte de las satrapías del Golfo. Las bajas civiles no tienen ni origen claro ni hay precisión alguna en el número, no doy contemplado ni espero llegar a ver los inmensos cementerios que tendrían que acoger las terribles cincuenta mil tumbas: lo único seguro es la utilización ideológica de este asunto por parte de la izquierda occidental que les da el sello inconfundible de antisemitas al no contemplar ni por un momento la respuesta de una nación democrática. En su lugar buscan y encuentran como una causa ética y de profunda hondura moral la actividad terrorista de un grupo islamista dedicado a matar judíos, honda raigambre con la que hacen honor a su vocación totalitaria. De un lado tenemos ciudadanos, tenemos una democracia con leyes, hay jueces, parlamentos, universidades, empresas... un ejemplo de nación democrática. Del otro lado tenemos la locura desatada por una religión medieval que anula la vida de sus gentes para transformarla en rehenes dentro de su propia patria dedicados al odio y al terror sin construir ninguna Palestina, viviendo de la beneficencia de instituciones mundiales y sin que el pueblo pueda decidir en ningún momento sobre su propia vida, atados al carro medieval sin escapatoria: banderas de Palestina, banderas de dictadura, banderas de esclavitud. La izquierda, el nacionalismo y otros vericuetos de las ideologías totalitarias han de tener cuidado porque Hamas sabe que Occidente es un régimen democrático de opinión del que con seguridad recopila información -información proHamas- a través de todos los canales. Sería la leche que esa pancarta que ennegrece la ciudad -la ennegrece porque realmente los muertos son utilizados para uso propio, para lanzarlos como ideología desde el balcón sin importar realmente un ápice las condiciones humanitarias de todos, una sectaria pancarta que utiliza solo un tipo de muertos -que han de ser siempre recordados-, mientras que otros muertos no valen, no se ven, no se oyen: por eso la tonta del bote no quiso ver los vídeos que el Ejército le quiso mostrar de la masacre-; pues bien, esa pancarta puede que ya forme parte del catálogo de apoyos de la causa, y vete a saber si no utilizan nuestra Pontevedra para darle nombre, yo qué sé, a una de las grúas en las que cuelgan a los homosexuales en Teherán, por ejemplo, sería el pasmo. O una operación de asesinato a la que tan aficionados son los de Hamas, asesinato de civiles en una cafetería de Tel Aviv, por ejemplo, fíjate tú que la nombren tal cual en honor de la solidaridad de la antisemita izquierda de la ciudad de Pontevedra. Esto pasa por tomar el nombre de la ciudad en vano: esa pulsión de control ideológico que tanto gusta a la izquierda, ese querer apacentar ovejas sustituyendo la libre información por la pancarta ideológica desemboca en la Pontevedra que titula haciendo exacto cumplimiento del significado de tomar en vano el nombre de la ciudad de todos: utilizar algo de forma inapropiada, irrespetuosa.