"Tranquila, cariño, no pasa nada". El mensaje universal es de un padre, treintañero y deportista, de la mano de su hija de unos ocho años en la plaza Campo de la Aviación, la que separa los barrios de Puntales y Loreto, ante la que se sitúa el edificio Ma'arifa, sede de la patronal, de la federación de empresas del metal.La niña tiene una mirada que mezcla algo de susto y mucho de curiosidad. Unos minutos antes, y poco después, se escucha la misma frase de dos madres a sus hijos, niño y niña, uniformados con el polo blanco de un colegio cercano.Efectivamente, no pasa nada, ni antes ni después, pero el camino al colegio se realiza entre un grupo de manifestantes (entre 300 y 400) de los que una treintena van encapuchados, cubiertos o con guantes, con la cara tapada, irreconocibles y dispuestos, en una actitud futbolizada que anuncia poco bueno.Un momento de las protestas. REYNA Desde primera hora, en la avenida de Astilleros. REYNA Les escoltan, y les esperan en los puntos clave (sedes patronales y judiciales), policías también tapados con protecciones plásticas, cascos y máscaras, ataviados con escudos y escopetas de bolas de goma. Asustan tanto a los neutrales como los otros.La cabalgata del furorEl recorrido de ese grupo de trabajadores en la segunda jornada de la huelga del metal -antes del hipotético inicio de los paros indefinidos a partir del lunes- se produce sin los incidentes del día anterior.El cortejo incluso se permite reivindicaciones alternativas. Grita "sanidad pública", cargando el acento en la última sílaba de cada palabra, siempre que pasa por delante de un recinto sanitario, como el centro de Salud de Loreto y el hospital universitario Puerta del Mar.Un momento de las protestas. REYNA Muchos gaditanos se asoman a la puerta de la cafetería en la que desayunan en la calle (deporte de masas que arrasa en seguimiento a la setentera movilización) para comentar la situación. Las opiniones mayoritarias son también las de siempre, divididas en dos.Son las eternas, probablemente con sentido propio y legitimidad en ambos casos antagónicos. Según lo escuchado en La Escalerilla, el Bar Fondo Norte o en las mesas de Los Balbo, al paso de la comitiva, podrían resumirse en dos tesis doctorales.Sus títulos serían "hacen bien los chavales en pedir lo suyo, los empresarios ganan mucho, que repartan sueldos dignos que muchas familias viven de eso" y, por otro lado, "el problema de unos pocos no deben pagarlo todos, los demás no cortamos calles ni asustanos a nadie ni rompemos nada, siempre son diez".La Policía Nacional, en el corte de la avenida. REYNA Para corroborar la segunda teoría, hay destrozos de la víspera en la plaza Campo de la Aviación, contenedores volcados y residuos esparcidos en puntos de Loreto y Puntales, alrededor del estadio Nuevo Mirandilla.Algún manifestante, en este barrio, junta las palmas de las manos para hacer el gesto de la oración y la disculpa -también asociado a lo futbolero- hacia vecinos asomados por lo que sucedió el día anterior.En la avenida Sanidad Pública, en la central o en la carretera industrial se pueden ubicar las barricadas ardiendo del miércoles por pequeños cráteres en el asfaltado.Alguien vigila desde el cieloLos vecinos de Cádiz asisten a ese desfile de trabajadores mosqueados como si lo hubieran visto mil veces. Sólo han sido decenas. Algún aplauso solidario desde balcones y ventanas en los que fueron barrios obreros de Cádiz, al paso por Segunda Aguada, Cerro del Moro y plaza central de Loreto.Los manifestantes acogen cada ovación y la amplifican, la devuelven multiplicada por mucho. Un respaldo, cien agradecimientos.Todo el mundo tiene que girar este jueves el cuello varias veces para mirar al cielo. Como en las películas americanas -siempre que estén ambientadas en California- un helicóptero del Cuerpo Nacional de Policía insiste en recordar con su ruido que alguien vigila desde arriba y no es el Niño Jesús.Los manifestantes pasan de los barrios a la avenida central, tramo entre el estadio Nuevo Mirandilla y el hospital Puerta del Mar, con 200 metros más. Ahí ya causan un corte de tráfico de impacto notable en los ciudadanos."Es que no puede ser esto. Por cuatro tíos no podemos quedarnos todos parados cada vez que a ellos les da la gana. Tiene que haber otra forma de protestar", dice un cincuentón dirigiéndose a ninguno y a todos, porque camina sólo por la acera y nadie le ha preguntado.Protestas ante los juzgados de San José. REYNA En el entorno de los juzgados de San José, los paseos son constantes. Todo el mundo parece que va o vuelve de hacer algo y unos pocos toman café en las terrazas.De repente aparecen los furgones, las célebres lecheras, de la Policía Nacional, con esas luces de azul intenso y estróboscópico encendidas. La gente recoge las mesas atropelladamente. Se refugia dentro de tiendas y bares.Avanzan las legiones estatales con botas que hacen ruido. "Caballero, señora, por favor, apártese, por favor, detrás de la farola".Amagos sin incidentes ante patronal y juzgadosOtra vez algo de miedo cruzado, a ver si un manifestante tira algo y se lía, a ver si a un funcionario policial se le va el dedo y empieza todo.Ni una cosa ni otra. La comitiva vuelve a la avenida, por donde sabe que hace cierto daño a la patronal por paralizar la actividad de mucha gente a la vez, y se dirige al casco antiguo.Bruno García, saliendo a recibir a los manifestantes. REYNA El temor, desde el inicio del trayecto a las 7.30 horas en la carretera industrial, es insuficiente para espantar a los ubicuos portadores de móviles en los flancos, siempre alrededor.Los corresponsales espontáneos y civiles, inopinados, son decenas desde el principio. Por cada manifestante hay diez, o cincuenta, retransmitiendo con fotos y vídeos.García de León, con los manifestantes. REYNA Es el signo de los tiempos. Delante de los manifestantes va una veintena de cámaras y redactores profesionales pero, gracias a ese imparable fenómeno digital, van siempre por detrás. Da igual dónde se pongan.Vuelve algún aplauso al cruzar Santa María, que una vez fue obrera y flamenca, popular sin sentido partidista, pero que ahora es sólo septuagenaria, nostálgica y turística, como el resto de la ciudad de Cádiz.Varios cientos de los 8.600 cruceristas que este jueves llegaban a Cádiz en dos barcos alucinan con el espectáculo 'the real Cádiz, the working people'Al modo de los pasos de Semana Santa, bajan las cuestas del viejo barrio gitano camino de la plaza de San Juan de Dios. Allí quieren hablar con el teórico representante de todos los vecinos, el alcalde, Bruno García. El regidor baja y lo consiguen.La conversación con el alcalde se produce entre chismorreos de un público que sigue dividido entre la cierta comprensión y el moderado cabreo.Bruno García insiste en que su misión es "llamar al diálogo". Un representante laboral asegura que en el encuentro le han pedido que medie con la Junta de Andalucía y el Gobierno para que las empresas cumplan el convenio, aunque "sabemos que no pueden investigar ni actuar en ese asunto" como Ayuntamiento.EN DIRECTO | Manifestantes de la huelga del metal acuden al Ayuntamiento y el alcalde de Cádiz, Bruno García, sale a hablar con ellosVídeo de @Reynafotografo pic.twitter.com/iUOnyYGwnO— lavozdelsur.es (@lavozdelsures) June 19, 2025Regidor y regidos saben que el papel municipal es bien pequeño en esta representación pero los obreros llegan a pedirle que "se siente en la mesa de negociación" entre sindicatos y empresas. Bruno García aguanta la lluvia bajo un sol progresivo.Nueva atracción turísticaVarios cientos de los 8.600 cruceristas que este jueves llegaban a Cádiz en dos barcos alucinan con el espectáculo.Las protestas ante el Ayuntamiento. REYNA The real Cádiz, the working people, actually, live, only for your eyes. El contraste podría venderse como atractivo turístico. Todo puede venderse así.Todo es ponerse. Un simulacro de lanzamiento de piedra -de foame- y de una bola policial -de papel y hueca- no debe costar tanto a dos actores profesionales.La fuerza de la costumbre es mucha. Unos y otros saben que tocan unos días de prudencia, comprensión y miedo, todo en dosis bajas.Luego se arreglarán otra vez las dos partes y así hasta el año 2028, quizás 2029, cuando todos vuelvan a las andadas, a esta misma caminata.