Se ha convertido en el meme de la semana. Habla todo el mundo, para denigrarla, de la estrategia del “y tú más”, pronunciado rápido, como ligando las palabras para fundirlas en una sola. Se supone, sin mucho sustento demoscópico, por pura intuición, que cada vez que el PSOE insiste en la corrupción del PP sólo logra desmovilizar al potencial electorado progresista y moderado que se supone harto de casos de corrupción y descontento con los grandes partidos. Se dice que eso solo beneficia a los antisistema, particularmente a la extrema derecha.Discrepo respetuosamente. En primer lugar los detractores del ytumás dan por hecho que tenemos una ciudadanía virtuosa y beatífica, cansada del denigrante espectáculo de la corrupción. Pues bien, los datos constatan lo contrario. La insidiosa presencia de los asuntos de corrupción en los medios (incluidas las redes sociales, por supuesto) constata el interés popular por lo turbio. Se hacen especiales informativos y las audiencias responden. Ni un acuerdo histórico sobre Gibraltar ni las buenas noticias económicas ni el holocausto palestino ni los tambores de guerra mundial son capaces ensombrecer la fascinación que ejerce en el respetable la supuesta profesional del sexo que acompaña a Ábalos durante el registro de su domicilio, tratando de llevarse un disco duro al sacar al perro. Cuanto más cutre sea la circunstancia, más pegadiza, más contagiosa (como ha comprobado Trump con la mierda de desfile militar que ha organizado por su cumpleaños). Lo vulgar y lo ordinario tienen una extraordinaria capacidad de difusión, más si cabe que lo excelso y lo sublime.La incertidumbre que en estos momentos deprime a los socialistas no es tanto que de las grabaciones de Koldo en manos de la UCO se deduzca financiación ilegal del PSOE –se da por hecho que nadie podrá demostrar tal cosa– sino las decenas de cutreces que puedan salir de esas conversaciones privadas. Es como lo de las dos papeletas en las primarias del PSOE. Hasta Tellado sabe que miente cuando dice que Sánchez las amañó. Es obvio que esas elecciones fueron limpias e incuestionables… ¡Pero qué genuinamente mísero y atractivo es que el secretario de organización de un partido le diga a un militante que ponga dos papelas en el sobre! Irresistible aunque en la práctica irrelevante.De modo que el PSOE y el Gobierno no van a tener más remedio, previsiblemente, que convivir con tanta casquería como sean capaces de extraer los agentes de la UCO y con las decisiones que esos agentes adopten sobre su publicidad: cuánto habrá, a quién implicará, cómo se irá publicando, con qué ritmo…Por supuesto, el Gobierno tratará estas semanas de compensar la agenda constatando una obviedad factual sin embargo opacada: que el país funciona. Y que funciona muy bien. Ejemplos de rabiosa actualidad: Sánchez, que se verá pronto con Trump y los líderes occidentales en la cumbre de la OTAN, rechaza el cinco por ciento de gasto militar que exige el chalado estadounidense. Se han aprobado o están en trámite favorable tan solo en esta semana la ley que prohibirá asociaciones franquistas, la de la Agencia de Salud Pública, la de los mutualistas, la de movilidad sostenible, la bajada de la tasa de alcohol para conductores. Por lo demás, la economía está mejor que en plena burbuja del 2007. Todo el mundo quiere venir a España, uno de los países que mejor equilibran libertades individuales y derechos sociales. Uno de los mejores países del mundo para vivir.Con todo, lo cutre, lo vulgar, el fango, seguirá inundando el espacio. No se puede evitar, porque ahora, además, ese fango lo han producido unos propios llamados Koldo, Ábalos y Cerdán, y su flujo y densidad están en manos de la UCO y del poder judicial. La única narrativa que pueden imponer los socialistas, que además resulta no solo veraz, sino, mejor aún, verosímil, es que “los socialistas no actúan igual que el PP”. Que cuando aparece un caso de corrupción –y de momento sólo hay uno– se actúa con toda contundencia. Que la corrupción existe pero los socialistas la extirpan.Para defender ese relato no hay otra opción que compararse con el PP, el único partido relevante a estos efectos. Se ha llamado ytumás a esa argumentación y se critica por desmovilizadora y cobarde. Yo creo que es la única que tiene el PSOE y también creo que es eficaz. Podríamos llamarla de otro modo. No como Rufián, que ha hecho sus propios deberes y ha dado con su atractiva fórmula: “corruptos cutres y corruptos premium”. No está nada mal para sus intereses. Para los socialistas, sin embargo, no es que sean dos tipos iguales de corrupción aunque uno menos sofisticado. El desafío para los socialistas es convertir el ytumás en algo positivo: el PSOE extirpa, liquida, fulmina, erradica, fumiga, suprime, elimina, arranca… la corrupción. El PP la implanta, la tolera, la promueve, la alimenta, la difunde, la oculta, la silencia, la esconde…No es una cuestión menor para un país digno. Por supuesto, la credibilidad de los socialistas, y el apoyo ahora deprimido de quienes les sostienen en el Gobierno, dependerán de que no haya un P punto Sánchez en los papeles, que no se descubra que la cuarta planta de Ferraz se arregló con sobornos, que no aparezcan muchos más gualtrapas ni altos cargos ni cargos medios haciendo maldades, cutres o de guante blanco, y que España siga siendo en la calle, en las playas y en el pueblo de los suegros, el país maravilloso y próspero y solidario que tenemos. Y cuyo rumbo debemos agradecer también al Gobierno que lo dirige desde hace siete años.