Una de las grandes canciones de Nacho Vegas (Gijón, 1974) dice en su tercera estrofa: «Completamente solo / bajo un sol abrasador / grité al perderlo todo / y no reconocí mi propia voz…». Pues igual estamos los gatos en este junio que no quema, sino abrasa. Por la gracia de San Isidro y la desgracia del termómetro, Madrid es, en estos días, una sartén antiadherente donde el sol, ese tirano sin corona, fríe a los turistas y los propios con una saña que ni el más rencoroso de los verdugos. De hecho, por la calle se distingue al viajero del superviviente por quien camina por la sombra y quien no. Uno sale a la calle y, en menos de... Ver Más