Aunque nació en Ferrol (Galicia), en Chipiona todos lo conocen como el Vasco. Así ha sido apodado Gilbert, un agente de la Guardia Civil que ha pasado a la reserva activa tras 36 años de trayectoria en el Instituto Armado. Su carrera, marcada por momentos duros y desafíos constantes, ha estado ligada a causas de alto riesgo, como la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico.Gilbert ingresó en el Cuerpo en tiempos complicados, cuando la amenaza de ETA dejaba regueros de sangre. Desde entonces, ha sido parte de operaciones contra distintas formas de delincuencia, siempre con la determinación de quien entiende el servicio público como una vocación.25 años de compromiso con ChipionaA lo largo de su trayectoria, ha pasado por cuatro comandancias distintas, pero su huella más profunda la ha dejado en Chipiona (Cádiz), donde ha ejercido durante un cuarto de siglo en su comandancia. Esta localidad ha sido para él algo más que un destino profesional, ha sido su hogar, el lugar donde ha construido relaciones duraderas con vecinos y compañeros.[articles:336968]“Gilbert ha vivido grandes éxitos, también tropiezos —como todo aquel que ha estado en primera línea—. Ha llorado la pérdida de compañeros, pero también ha tenido el privilegio de salvar vidas y auxiliar a decenas de personas. Su hoja de servicios no está sólo escrita en papel oficial, sino en la memoria de quienes trabajaron a su lado y de aquellos a los que ayudó sin pedir nada a cambio”, han señalado desde el portal Chipiona en Red. Destacan su trato valiente y ejemplarSon muchos los testimonios que dan fe de su carácter discreto, pero firme, su sentido de la justicia y su cercanía con la ciudadanía. Quienes han trabajado con él lo definen como un profesional “valiente, humano y ejemplar”. Ha sido uno de esos agentes que, más allá del uniforme, han sabido ganarse el respeto y el cariño. Su presencia ha sido constante, no sólo en operativos, sino también en los momentos cotidianos en que una palabra amable puede marcar la diferencia.Ahora, con su paso a la reserva activa, Gilbert se despide del servicio operativo, pero no del recuerdo de Chipiona, donde su nombre ha quedado grabado como símbolo de entrega y compromiso. Para muchos, su legado será una referencia para las nuevas generaciones de guardias civiles.