Señal: soberanía de mecanismos de pagos transfronterizosTendencia: desconexión de sistema de pagos como presiónDurante décadas, el poder se midió en tratados, territorios y armas. Pero hoy, una nueva cartografía del poder se dibuja en silencio, en tiempo real y en forma de dinero. Las rutas que conectan países ya no son sólo carreteras o cables submarinos: son canales financieros invisibles donde circulan remesas, inversiones, deuda y criptomonedas.En este nuevo tablero, los flujos financieros se han vuelto más decisivos que las armas. Más de 800 000 millones de dólares en remesas cruzan fronteras cada año. Son flujos que sostienen a más de 800 millones de personas, más estables que la inversión extranjera directa y más eficaces que la ayuda internacional. México, por ejemplo, es el segundo receptor mundial: en 2024 recibió más de 64 mil millones de dólares, equivalentes a cerca del 4% del PIB. Un sostén social tan crucial como invisible, pero también profundamente vulnerable.Porque el dinero no viaja solo: necesita rutas, intermediarios y autorizaciones. Y esos caminos no son neutros. La gran mayoría de las remesas mexicanas llega desde Estados Unidos, usando empresas emisoras como Western Union o Remitly, que a su vez dependen de bancos estadounidenses para recibir los fondos y de bancos mexicanos para convertirlos en pesos y entregarlos. Aunque los usuarios no lo ven, detrás hay una compleja red de bancos corresponsales, cuentas espejo, fiduciarios y mesas de cambio. Y en ese entramado, basta con que una pieza falle —o sea bloqueada— para que el flujo se interrumpa.Un ejemplo de este bloqueo es lo que ocurrió hace unos días, cuando el Departamento del Tesoro de EE.UU., bajo la nueva Ley FEND Off Fentanyl, prohibió a instituciones financieras estadounidenses operar con dos bancos mexicanos y una casa de bolsa: CIBanco, Intercam y Vector, acusados de facilitar transferencias entre empresas mexicanas y chinas presuntamente vinculadas al tráfico de precursores químicos. Más allá del trasfondo penal, lo revelador es el instrumento: se cortó el acceso al sistema financiero global. No se enviaron tropas, se cerraron cuentas. No se dictaron embargos, se cancelaron rutas de liquidez.El bloqueo revela un nuevo mecanismo de presión. ¿Para qué imponer un impuesto a las remesas —como algunos congresistas en EE.UU. han propuesto este año— si basta con desconectar a los bancos que las hacen posibles? Lo que está en juego no es sólo la legalidad de ciertos actores, sino la soberanía financiera de un país que depende de canales que no controla.México presume estabilidad macroeconómica, pero se mueve por tuberías ajenas. No tiene infraestructura propia para pagos transfronterizos, ni una estrategia nacional de resiliencia financiera migrante. Las remesas, que tanto celebramos, no son política pública, sino resultado de trayectorias familiares, arreglos privados y normas extranjeras. El día que esas normas cambian, el flujo podría detenerse; no por crisis económica, sino por decisión política extraterritorial.Frente a esta nueva frontera del dinero, México necesita asumir su fragilidad y construir autonomía:Construir una infraestructura soberana de pagos transfronterizos, con participación de fintechs, banca social y regulación inteligente, que reduzca la dependencia del sistema bancario estadounidense.Desarrollar una estrategia de diplomacia financiera que proteja el flujo de las remesas, que garantizan el bienestar de millones de hogares, pero también fortalezca nuestras capacidades de inteligencia financiera, para identificar riesgos, auditar flujos sospechosos y construir evidencia técnica que respalde o refute cualquier señalamiento externo.Crear mecanismos de resiliencia financiera territorial que, a través de aportaciones voluntarias de migrantes, coinversión pública y cooperación internacional, financien proyectos educativos, productivos y comunitarios en zonas expulsoras. Así, una parte del flujo privado se convierte en inversión colectiva que fortalece la autonomía local.Las guerras hoy no sólo se libran por el control del territorio, sino por el control de las rutas invisibles por las que viaja el dinero. Y en esa batalla, quien no vigila sus canales, no puede defenderlos.The post El poder de desconectar bancos first appeared on Ovaciones.