En la ciudad autónoma de Melilla se encuentra un centro hospitalario que, desde hace décadas, no solo presta atención a los pacientes, sino también a algo más... algo que no todos pueden ver, pero muchos aseguran sentir. El Hospital Comarcal de Melilla, inaugurado en 1990 tras años de planificación y obras, es el centro de referencia para más de 87.000 habitantes. Sin embargo, para quienes trabajan en sus turnos de noche –a veces también en el diurno-, el hospital es también escenario de extraños fenómenos que escapan a cualquier diagnóstico médico. Desde hace años se producen testimonios y experiencias de personas que han escuchado susurros, visto siluetas que cruzan los corredores sin dejar rastro, puertas que se abren y cierran sin intervención humana, luces que titilan sin causa aparente y pasos —siempre pasos— que retumban en la madrugada sin que nadie los origine. Estas experiencias no son leyendas urbanas contadas por pacientes o visitantes sugestionables, sino vivencias de médicos, enfermeros y personal de mantenimiento que, aun con su formación científica, no logran encontrar explicación racional a lo que han presenciado. «Yo no creía en estas cosas», afirma una enfermera del hospital. «Pero una madrugada, mientras revisaba medicaciones en la planta, vi una sombra pasar por el pasillo . Pensé que era un paciente desorientado, salí corriendo detrás... pero no había nadie. Lo raro es que la luz se encendió justo antes, como si alguien hubiese pasado realmente«. Los relatos como el de esta enfermera se repiten. Una compañera asegura haber escuchado pasos acercándose a la puerta del laboratorio en varias ocasiones sin que luego aparezca nadie. «Primero pensé que era un celador o alguien buscando algo urgente, pero al abrir la puerta, el pasillo estaba vacío. La sensación era escalofriante. Como si alguien me estuviera observando desde la oscuridad». Estos sucesos no se limitan a las zonas menos transitadas. Incluso en áreas como urgencias o los quirófanos, donde la actividad es constante, se han narrado hechos inexplicables. Un cirujano –en todos los casos se omiten nombres e iniciales por petición de los testigos-, recuerda un episodio que lo dejó perplejo: «Estábamos revisando el informe de una operación cuando las luces de la sala comenzaron a parpadear. Lo atribuimos a un fallo eléctrico, pero los técnicos no encontraron ninguna irregularidad después, además hay grupos electrógenos. Esa misma noche, una puerta se cerró de golpe sin corriente de aire ni movimiento alguno , como si alguien la hubiera cerrado con violencia«. Aunque el Hospital Comarcal de Melilla no es particularmente antiguo —sus obras comenzaron en 1985 y entró en funcionamiento en 1990—, su emplazamiento y la historia sanitaria de la ciudad podrían aportar un contexto más amplio. Durante el siglo XX, Melilla albergó varios hospitales, entre ellos el de la Cruz Roja, inaugurado en 1921, lo que convierte a la ciudad en un lugar cargado de vivencias, de vida y muerte, de alegrías y penas. El nuevo Hospital Universitario de Melilla podría convertirse en el nuevo centro de atención sanitaria en los próximos años. Sin embargo el Hospital Comarcal sigue siendo el núcleo de la atención hospitalaria en la ciudad y acumulando más testimonios de encuentros imposibles. Otra enfermera me decía: «Serían las siete de la tarde, estaba en el pasillo y vi una silueta entrar en una habitación, me extrañó, no le vi rasgos y no sabía bien que pensar, entonces fui a la habitación, de allí no había salido nadie, al entrar confirmé mis sospechas: la habitación estaba vacía y no había rastro de aquel ser…» El Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA), del cual depende el hospital, nunca ha emitido comunicados sobre estos fenómenos. Tal vez por respeto a la seriedad del entorno médico o por temor a alimentar rumores que podrían dañar la imagen del centro. Aun así, internamente, los pasillos del hospital se saben de estas historias que el personal intercambia en las pausas del café o en los relevos de turno. Algunos trabajadores creen que la presión del entorno, la fatiga y el estrés de trabajar en el ámbito sanitario puede inducir a percepciones erróneas. Sin embargo, cuando los testimonios coinciden con detalles tan específicos —el tipo de sonido, la ubicación de los sucesos, el comportamiento de sensores y luces—, surgen dudas razonables incluso entre los más escépticos. Las «sombras» o «siluetas» del Hospital Comarcal de Melilla no se tratan de episodios aislados o invenciones sensacionalistas, sino de una serie de hechos que les pasa a sus trabajadores y que son profundamente inquietantes. ¿Se trata de fenómenos paranormales reales? ¿Es posible que en ciertos lugares quede una especie de contendor emocional, un eco del sufrimiento, del dolor... o de la muerte? Mientras estas preguntas permanecen sin respuesta, el hospital sigue funcionando, atendiendo urgencias, salvando vidas, y siendo el único refugio para los melillenses que necesitan atención médica. Y entre cada latido del monitor y cada suspiro del silencio nocturno, tal vez alguien —o algo— camina, observa o espera, sin que pueda ser visto… *Si has vivido alguna experiencia extraña no dudes en escribirnos y contárnosla a contacto@josemanuelgarciabautista.net