En la mayoría de los campamentos de verano lo habitual es ver únicamente a niños corriendo y jugando por todas partes. Por otro lado, al pensar en una residencia de ancianos lo primero que viene a la mente es un lugar tranquilo y monótono donde no hay mucho que hacer. Sin embargo, esta semana en la residencia de mayores Amavir en Sant Cugat del Vallès (Barcelona) se han fusionado ambas imágenes y se han podido escuchar las risas de niños jugando y compartiendo con los ancianos. Forma parte del grupo de 38 residencias de esta empresa que desde hace quince años organiza estos «campamentos intergeneracionales» en los que niños y ancianos conviven durante una semana. En la residencia de Sant Cugat, quince niños se juntan en un círculo para charlar con los residentes mayores acerca de sus 'hobbies', su familia y su vida escolar, y hasta se puede observar una curiosa escena en la que una niña de siete años ayuda a una señora mayor de 92 a usar su teléfono móvil. En un mismo espacio, niñas de seis a diez años realizan acrobacias ante las que las ancianas no dejan de mostrar una admiración por la agilidad perdida. Ellas, más tranquilas, practican ejercicios adaptados a sus capacidades: cada uno a su ritmo. Pelotas y cintas de colores recorren todo el espacio y se siente un aire de juventud e inocencia que llena el espacio. A pocos metros, en el jardín, una piscina inflable refresca a pequeños y mayores: en plena ola de calor, es la actividad más demandada. «Hay muchos juegos de agua que disfrutamos mucho para jugar con ellos. Nos da alegría pasar tiempo con los niños», apunta Palmira Collado , una residente que participa por segundo año del campamento. Escenas como las descritas se viven en las residencias Amavir de España que acogen esta enriquecedora experiencia intergeneracional, que une a personas mayores y niños en un entorno de aprendizaje mutuo, convivencia y afecto. A través de un campamento especialmente diseñado para fomentar el vínculo entre generaciones, mayores y pequeños han compartido actividades recreativas, talleres y espacios de diálogo que han favorecido el intercambio de vivencias, conocimientos y emociones. Esta iniciativa, impulsada con el objetivo de promover valores como la empatía, el respeto y la solidaridad , pone de manifiesto la importancia de crear espacios donde abuelos y niños pueden alegrarse el día mutuamente, creando una experiencia que no solo fortalece la salud emocional de los participantes. En la residencia de Amavir de Sant Cugat es el cuarto año que se realiza la actividad, y este verano es en el que han participado más niños que nunca . «Tenemos 180 residentes actualmente y aunque sean muy mayores, intentamos incorporarlos en algunas actividades con los niños, como mirar una película», expresa la directora de la residencia Marta Pérez Prieto . Aun así, se respetan los horarios de descanso en donde los niños ya juegan por su cuenta un momento hasta que se vuelven a incorporar. Los juegos de agua son el claro éxito del campamento, gracias al calor sofocante del verano, pero también tienen más actividades planeadas para la semana. El pasado lunes celebraron la verbena de San Juan en un ambiente muy festivo donde los niños prepararon bailes al aire libre. «A la verbena vinieron muchos más residentes por lo que era un festivo y la pasaron muy lindo. Esta semana es el cumpleaños de una de nuestras residentes y los niños van a preparar pasteles y también vendrán una gran cantidad de residentes a celebrarlo», comenta Xenia Dumont, educadora social que lleva 18 años en la empresa y cuatro rganizando el campamento. «Definitivamente este es el año con más niños. Cada año han ido incorporándose más, el primer año había muy pocos al ser algo nuevo pero siempre lo disfrutan mucho », expresa Xenia. Ella es la encargada de supervisar las actividades junto con otras enfermeras, para así pasar unos días amenos con los niños. A lo largo de la semana se estamparon camisetas, se pintaron las caras y trabajaran el reciclaje diario. «Se respeta el tiempo de descanso y comida de nuestros residentes», explica Marta Pérez, «y en esos momentos los niños juegan por su cuenta ya que también tienen que liberar un poco más de energía». En esta edición se celebran durante esta semana campamentos con la participación de 350 niños . Los niños y niñas que participan en estos campamentos tienen entre 6 y 12 años. Son nietos y bisnietos de los residentes de Amavir, así como hijos de los trabajadores, de tal manera que constituye también una medida de conciliación laboral y familiar para la plantilla durante la última semana de junio (y en algunos casos se lleva a cabo en la primera semana de septiembre cuando todavía no han empezado las clases). El campamento intergeneracional ha vuelto a demostrar el valor que tienen estos encuentros entre generaciones. No solo enriquece la vida emocional de los residentes, sino que también aporta a los niños una visión más humana, empática y cercana de la vejez. Lo que comienza como una actividad lúdica de verano se convierte en una experiencia significativa, en la que niños y mayores se enriquecen mutuamente.