El sol apenas había aparecido en el horizonte cuando Benildo Rodrigues despegó esa mañana. Su avión Cessna de una sola hélice estaba cargado con más de 46 kilos de oro extraído de las profundidades del Amazonas. El botín, valorado en más de cuatro millones de dólares al precio actual, había sido extraído de la selva tropical ilegalmente.Seguir leyendo