En la Catedral de Jaén , una momia permaneció guardada en una cajonera durante siglos. Su historia era conocida, pero su descanso definitivo se hizo esperar casi 500 años. Se trata de Alonso Suárez de la Fuente del Sauce , obispo de Jaén entre 1500 y 1520. Además de su curiosa historia póstuma, destacó por su gran labor constructora en la provincia, lo que le valió el sobrenombre de «obispo constructor». Sin embargo, su destino final se convirtió en un prolongado litigio que solo se resolvió en el siglo XXI. El obispo fue enterrado en la capilla mayor de la antigua catedral de Jaén, según su voluntad. Sin embargo, en 1635, cuando se iniciaron las obras de la nueva catedral, su cuerpo fue trasladado a la sacristía con carácter provisional. Una provisionalidad que se prolongó durante varios siglos , ya que, una vez finalizada la construcción, surgió un conflicto entre el cabildo y los familiares del obispo sobre el lugar de su inhumación definitiva. El cabildo quería enterrarlo en el coro, lugar habitual de sepultura de los prelados. En cambio, su familia insistía en que debía descansar en la capilla mayor, como había solicitado en vida. La disputa se resolvió con un acuerdo: mientras la familia hiciera una ofrenda anual en su memoria, el cabildo mantendría su compromiso. Pero el tiempo pasó y la momia del obispo quedó olvidada en una cajonera durante siglos. La cajonera se abrió en contadas ocasiones a lo largo de los siglos. No fue hasta el año 2001 cuando finalmente se resolvió el dilema y sus restos fueron enterrados en la capilla mayor. En su lápida se inscribió una frase significativa en latín: «Yace por fin inhumado» . El legado del obispo Suárez de la Fuente va mucho más allá de esta peculiar, y un tanto escabrosa, historia. Antes de ser obispo de Jaén lo fue de Mondoñedo (1493) y Lugo (1494-1499) y tras un breve periodo en Málaga solicitó ocupar la sede de Jaén. La reina Isabel la Católica lo designó inquisidor general adjunto en 1494 y comisario de la Santa Cruzada dos años más tarde. Más allá de los puestos que ocupó, este obispo de Jaén jugó un papel clave en el desarrollo arquitectónico y urbanístico de la ciudad y sus alrededores. Su pasión por la construcción le valió el sobrenombre de «obispo constructor» . Su empeño en la edificación y su capacidad para gestionar recursos hicieron que, según la tradición popular, se dijera que había encontrado el secreto de la mesa de Salomón , de la que siempre emergían nuevas riquezas. Su legado arquitectónico transformó la provincia de Jaén , dejando huella en templos, puentes y edificaciones civiles. Uno de los episodios más curiosos relacionados con la momia del obispo de Jaén sucedió en 1968. En esa fecha, la esposa del dictador Francisco Franco, Carmen Polo , visitó la catedral de Jaén. Durante la visita, se abrió la cajonera donde descansaban los restos momificados del prelado. Según una leyenda muy extendida, la impresión de ver la momia fue tan grande que se le cayó un misal sobre el cuerpo del obispo y nadie se atrevió a recogerlo. Sin embargo, la realidad fue otra. En la cajonera, junto a la momia, no se encontraba un misal, sino un ejemplar de las Odas de Horacio. Este libro ya estaba allí antes de la visita de Carmen Polo , desmintiendo la historia popular. No obstante, el mito ha perdurado con el paso del tiempo y se ha convertido en parte del folclore de la catedral. La historia de la momia del obispo de Jaén no es la única que encierra la Catedral de la Asunción. Bajo sus naves descansan los restos del papa Pío I . Llegaron en el siglo XVIII, a modo de regalo por parte del Papa Pío VI para el obispo Agustín Rubín de Ceballos, quien también era inquisidor general y figura destacada del Consejo de Carlos III. Además, no es la única momia que se conserva en Jaén , ya que a pocos metros de la Catedral, en la taberna Casa Gorrión, puede visitarse una pata de jamón momificada .