Los socialdemócratas del hasta ahora canciller Olaf Scholz se derrumban y caen al tercer puesto, seguidos de los Verdes y la izquierda de Die LinkeAlemania se tambalea: guía para entender unas elecciones que pueden aupar a la ultraderecha como segunda fuerza Giro a la derecha en el país más poblado y la mayor economía de la Unión Europea. Los conservadores de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), capitaneados por Friedrich Merz, han ganado con comodidad en las elecciones generales celebradas este domingo en Alemania con un 29% de los votos junto a sus hermanos bávaros de la CSU, según las primeras estimaciones publicadas tras el cierre de los colegios por la cadena pública ARD. Una de las grandes vencedoras es la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que consigue su mejor resultado hasta la fecha en unos comicios federales y se convierte en el segundo partido con mayor porcentaje de voto, el 19,5%, de acuerdo con estos primeros datos. A lomos de un discurso xenófobo y ultraconservador, el turbulento ascenso de la formación ultra, parcialmente calificada como extremista por los servicios secretos, sacude el tablero político alemán y amenaza con envalentonar a otros partidos de derecha radical en el continente europeo. La candidata de AfD, Alice Weidel, ha calificado los resultados como un “éxito histórico”. Los socialdemócratas del hasta ahora canciller Olaf Scholz se derrumban y caen al tercer puesto con el 16%, un mínimo histórico para el histórico partido alemán. Les siguen sus compañeros de viaje en la impopular coalición que ha estado al frente del Gobierno, los Verdes, que se quedan en el 13,5%. El partido de izquierdas Die Linke logra un 8,5% tras un resurgimiento durante la campaña electoral, según las primeras estimaciones. Las cifras de la cadena ZDF son similares a las publicadas por ARD, pero, a diferencia de esta última, estiman que la autodenominada 'izquierda conservadora' de Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) y los liberales llegan al 5%, el umbral para ingresar en el Bundestag. Los alemanes han acudido a las urnas tras una campaña atravesada por la inmigración y la economía como temas centrales. El estado de ánimo era pesimista. Según una encuesta de ARD, en la semana anterior a las elecciones, el 83% de los entrevistados veía con preocupación la situación del país, mientras que solo el 12% sentía confianza. La composición del Parlamento estará limitada a 630 miembros tras una reforma de la ley electoral. Sin mayoría, Merz necesitará pactar con otros partidos para poder gobernar, casi con toda probabilidad, con los socialdemócratas. Convertido en una suerte de canciller a la espera, el líder de la CDU ha descartado cualquier alianza con la ultraderecha, sobre la que rige un “cordón sanitario” del resto de formaciones políticas. Pero este consenso tiene grietas: en campaña, el líder conservador rompió el tabú sobre la colaboración de la ultraderecha al tolerar los votos de la formación ultra en una moción parlamentaria no vinculante que llamaba a endurecer la política migratoria. Merz tomó las riendas del partido tras el estrepitoso fracaso en las elecciones de 2021. Histórico rival de su predecesora, Angela Merkel, ha apostado por un retorno a una línea conservadora tradicional, tras años de desplazamiento al centro bajo la excanciller. Sin experiencia de gobierno y liberal en lo económico, es abogado y se hizo millonario con su carrera en el mundo empresarial, durante la que llegó a trabajar para Blackrock, uno de los mayores fondos de inversión del mundo. Como canciller, Merz tendrá que lidiar con una economía que arrastra dos años en recesión y el impacto de la presidencia de Donald Trump en la alianza transatlántica. El propio líder de la CDU admitido que Alemania se enfrenta a “cambios tectónicos en los centros de poder político y económico del mundo”. Alemania adelantó las elecciones tras el colapso de la alianza tripartita formada por socialdemócratas, verdes y liberales que sostenía a Olaf Scholz al frente del Gobierno. En noviembre del año pasado, el canciller despidió a su ministro de Hacienda, el liberal Christian Lindner, tras una amarga disputa presupuestaria que duró meses. Scholz convocó deliberadamente una moción de confianza en el Parlamento para perderla, lo que finalmente sucedió y allanó el camino para adelantar las elecciones generales.