El caso de una ejecutiva con escorbuto en Barcelona advierte del riesgo de las dietas restrictivas

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El primer ensayo clínico de la historia se hizo en el mar, a bordo del Salisbury, un buque de la marina real británica que patrullaba el canal de la Mancha a mediados del siglo XVIII. El escorbuto, un extraño mal que llevaba siglos diezmando las tripulaciones durante los viajes marítimos de larga distancia, había hecho mella también en el Salisbury y el médico a bordo, James Lind, intentó ensayar un tratamiento. Para ello, reclutó a una docena de marinos aquejados con la enfermedad y probó por parejas seis tratamientos diferentes, desde darles sidra hasta incorporar a su dieta “media pinta de agua de mar”, vinagre, dos naranjas y un limón diarios, o elixir de vitriolo (ácido sulfúrico diluido), entre otros. Las frutas, concluyó Lind, eran los remedios más eficaces para esa tozuda enfermedad del mar, aunque la causa no estaba muy clara. La explicación a ese éxito de los cítricos llegó tiempo después, cuando se descubrieron las vitaminas y se reveló que el escorbuto era el resultado de un déficit de vitamina C, un antioxidante muy presente en esas frutas.Seguir leyendoRemedio sencilloPor suerte, el remedio más eficaz contra el escorbuto es, como bien reportó Lind, bastante sencillo: ingesta de cítricos y productos frescos (o suplementos) que contengan vitamina C. Y la recuperación, si se sigue ese tratamiento dietético, suele ser rápida.Los especialistas de Bellvitge, que forman parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Obesidad y Nutrición (Ciberobn), advierten, eso sí, de que los suplementos vitamínicos pueden ayudar en determinados casos, pero no son la panacea. Para la población general, mejor, siempre, una naranja, resume Pérez Maraver: “Hay que diferenciar una situación en que hay un déficit patológico de alguna vitamina por el motivo que sea, que ahí sí están indicados los suplementos como parte del tratamiento. Pero otra cosa es el mensaje para la población general de lo que es una forma saludable de hacer las cosas y ahí es imbatible el producto natural. Es decir, invariablemente, lo mejor es comer naranjas porque no solo llevan la vitamina C, sino también fibra, hidratos de absorción lenta y otras vitaminas. El suplemento hay que dejarlo para déficits diagnosticados médicamente”. El endocrinólogo alerta de que, en nutrición, hay “una pseudociencia que conviene evitar”. Y pone un ejemplo: “Hoy en día está de moda comer colágeno, cuando el colágeno es una proteína que se degrada en el estómago y lo que pasa a la sangre no es colágeno, son los aminoácidos. Pero hay gente que come colágeno pensando que el colágeno se le va pegar a la rodilla y no es así”.