Cuatro tecnomagnates se reúnen a jugar el póker en la casa que uno de ellos construyó en una montaña de Utah. Se aprestan a comer rodaballo con vistas a unos maravillosos bosques nevados cuando sus celulares empiezan a tintinear. Uno de los invitados, dueño de la red social más influyente del planeta, acaba de ampliar las funciones de su plataforma y los efectos ya empiezan a verse: asesinatos en masa, crisis bursátiles, levantamientos callejeros, represión.El colapso es tal que los tecnomagnates se plantean intervenir políticamente, ya sea derrocando al presidente de los Estados Unidos o comprando países en bancarrota. Dentro de esta última opción aparece el nombre de la Argentina y el dueño de casa se entusiasma: sí, por qué no. Le bastan un par de sondeos para tener al gobierno comiendo de su mano y arma una videollamada para definir los términos de la operación: en la pantalla, el gabinete con la bandera celeste y blanca; en su microcine, él solito negocia divertido, como quien juega el Monopoly.Steve Carell en Mountainhead. Foto: HBO MaxEsto es parte de lo que pasa en “Mountainhead”, la película de Jesse Armstrong que se estrenó el sábado pasado en Max. Si bien lo antedicho no califica como spoiler, les ahorro 110 minutos de valioso tiempo: el filme es flojito. Los personajes hablan en una jerga incomprensible y la trama tiene algunas escenas tan ridículas que uno se pregunta: ¿este es el agudo Jesse Armstrong de “Succession”, la gran serie que se llevó 19 premios Emmy?Pero hablo de “Mountainhead” por el protagonismo de la Argentina en la historia y por las veces que es mencionada como arquetipo de país sin destino que se puede comprar con chirolas. De hecho, el magnate que va por nosotros es el que menos dinero tiene, el patito feo de la cumbre de millonarios y que sólo aspira a que sus amigos inviertan en su app de bienestar personal.Javier Milei le regaló una motosierra a Elon Musk. Foto: PresidenciaComo si se me activara un nervio patriótico (o un complejo de inferioridad), siempre me hace cosquillas descubrir películas norteamericanas que se refieren a nuestro país. Me acuerdo de “Más dura será la caída”, la última que filmó Humprey Bogart, en la que se cuenta la historia de un boxeador argentino que llega al título mundial gracias a los amaños de la mafia. O, más acá en el tiempo, “Starship Troopers”, una de ciencia ficción de Paul Verhoeven en la que Buenos Aires es destruida por un ataque extraterrestre y el personaje principal es un soldado argentino sediento de venganza.En “Mountainhead”, en cambio, se nos representa como lo que quizás somos para el resto del mundo: un país de tropiezo en tropiezo, con una economía siempre necesitada de un pulmotor y con dirigentes que no dudarían en poner la banderita de remate si la ocasión lo ameritara. Es ficción, ya sé. Pero no está construida en el vacío. Recuerdo a un sonriente Elon Musk enarbolando la motosierra y me pregunto: ¿no se le habrá cruzado por la cabeza?Mirá tambiénMirá tambiénPoeta, boxeador y amante tóxicoMirá tambiénMirá tambiénEducación: lo viejo funciona, JuanNewsletter ClarínRecibí en tu email todas las noticias, coberturas, historias y análisis de la mano de nuestros periodistas especializadosQUIERO RECIBIRLOTags relacionadosSeries y PelículasRedes Sociales