'El Patio', 14 de abril de 1975

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El 14 de abril no es solo la fecha de la proclamación de la segunda república en España, es además, el día que salió al mercado uno de los mejores registros discográficos de la historia del rock, conocido como El Patio, sin embargo ese no fue el título asignado por el grupo, ya que en principio ese disco salió con el nombre de Triana, sin más, el título lo otorgamos la legión de seguidores con el paso del tiempo, resemantizándolo y resignificándolo. 50 años, salió en 1975,son los que cumple esta joya musical. Esta grabación supuso un revulsivo en la compleja escena del rock hispánico y especialmente andaluz, analizarlo solo desde categorías musicales sería  simplificar y hasta reduccionista en sus significados, Triana contribuyó a desarrollar una idea de la identidad y su ideología a través del rock en clave andaluza y no solo desde sus composiciones musicales, también desde un corpus simbólico apuntalado en la naturaleza nostálgica de su intertextualidades de las que se podrían destacar:  la fórmula  adoptada en sus primeras tres  portadas sobre  personajes y espacios, integrados en un imaginario estético muy territorializado; en el modelo de producción discográfica concebido por Gonzalo García Pelayo; en la exploración de nuevas sonoridades a través de los teclados moog o con la incorporación de la guitarra flamenca en un conjunto de rock.Sería injusto decir que fueran los primeros en  explorar nuevas vías en las que hallar  un modelo de música popular urbana de carácter andaluz que fuera ciertamente progresiva, obviar a otras bandas que desde finales de los sesenta fueron contribuyendo a crear esa idea de lo andaluz a través del rock  sería injustificable, especialmente Smash,  las dos formaciones fueron el subproducto de un tiempo marcado por las aspiraciones de cambio en lo político, social y cultural en el tardofranquismo y en la transición democrática, aunque no las únicas. El profesor García Peinazo en su libro dedicado al rock andaluz (2017) reseña que "Ni Triana en particular, ni el fenómeno del rock andaluz en general, se caracterizaron por un compromiso político  activo y militante de carácter explícito en las reivindicaciones andalucistas", en el fondo este nuevo movimiento musical reflejaba el hastío de una generación, nacida en tiempos de posguerra con un presente incierto y un futuro sin definir.Portada del disco 'El Patio'.La década de los sesenta en Andalucía comenzó  esbozando los primeros trazos de unas prácticas sociales hermanadas con el mundo hippie, un movimiento contracultural, underground, que permeabilizó a toda una generación de músicos, sevillanos especialmente, que hibridaron la psicodelia, la música anglosajona y lo andaluz, dice Antonio Orihuela en su libro Cien Hogueras  (2022). "La música se convirtió en una forma de vivir, un vínculo ritual, sentimental y comunitario, además de un vehículo de transgresión, identidad, resistencia y cuestionamiento del orden social". Triana era el grupo andaluz más desterritorializado, ya que prácticamente antes de que se iniciase la aventura ya estaban establecidos en Madrid, por entonces la tierra de promisión para aquellos que querían hacerse hueco en la música avanzada o progresiva, como decía Jesús de la Rosa.    El disco tuvo su germen en un single con un par de temas,  convirtiéndose  en la tarjeta de presentación ante las grandes discográficas del momento, quienes no vieron el potencial de la formación, EMI , Hispavox y CBS lo rechazaron. El encuentro con los hermanos García Pelayo, uno como manager y otro como productor propició que grabaran con Movieplay hasta tres registros. Se grabaron 5 temas y se le incorporaron los dos del single que les había producido Teddy Bautista. La salida al mercado de este volumen con 7 temas apenas tuvo incidencia en el mercado, costó mucho introducirlo, los medios apenas mostraron interés, el mundo del flamenco los consideró unos advenedizos e incluso el entorno del rock no acababa de entender esa fusión de flamenco rock que más tarde se denominaría rock andaluz. Apenas hubo promoción pese a que la editora Movieplay había dado un pelotazo discográfico con los payasos de la tele vendiendo canciones infantiles,  dando carta libre a Gonzalo García Pelayo a la hora de producirlos, sin embargo las ventas fueron tan pírricas que   la primera liquidación fue de 19 ejemplares y la segunda de 73.  Sin embargo el disco fue tomando cuerpo y vino a soltar  una bocanada de aire fresco en  la escena musical, caló tanto que se convirtió en la banda sonora de toda una generación que hoy ronda los sesenta y tantos, entre los que se incluye quien firma este artículo. Fue un registro que adquirió notoriedad con el tiempo, por ese desierto también tuvo que pasar Camarón con su Leyenda del tiempo, Triana se construyó socialmente mediante un proceso de oralidad secundaria, recuerdo en una feria Jerez en septiembre de 1978  en la que una atracción de coches choque pinchaban  este primer disco de Triana íntegro y en bucle, fue la primera vez que pude percibir toda la grandeza de ese  registro, el volumen era para reventar cristaleras.Sin embargo los amantes del rock nos sentíamos un poco decepcionados  por la puesta en escena del trío en los primeros momentos, ya que se corría la voz de que no sonaban igual que en los discos, la experiencia sonora por medio  de los registros discográficos  condicionó nuestro modelo de escucha, Triana con El Patio puso el listón muy alto.Lo cierto es que el trío  formuló un nuevo lenguaje en ese proceso de reidentificación de lo andaluz,  en su cosmogonía musical también subyacen elementos de  música tradicional andaluza y de la copla. Este disco es el que más motivos flamencos adopta: incorpora una guitarra flamenca, usa ciertos recursos propio de los tangos, de la seguiriya, de la bulería, los compases de amalgama, y sobre todo la hemiola, pero todo es sugerido porque en realidad ellos componían no para los flamencos sino para el versátil mundo del rock, muy poliédrico.  Por una parte era una forma de vincularse con lo flamenco pero también de cuestionarlo proponiendo nuevas maneras de hacer rock, como decía Gonzalo García-Pelayo: rock con raíces, se transgrede el canon, se deja de ser normativo para crear un nuevo concepto que curiosamente normativiza ese nuevo canon. El bluesman británico John Mayall nos regaló en 1970 USA Union, un gran disco de blues con una formación harto llamativa: no llevaba batería, el ritmo se marcaba desde otros instrumentos, experimentar, progresar, avanzar, buscar nuevas sonoridades daba entidad a la música indistintamente del género.Podemos decir que el universo Triana tiene como centro de gravedad a Jesús de la Rosa, gran parte de las composiciones y de los éxitos fueron suyos, su voz se convirtió en referencial y sus teclados aportaron nuevas texturas tímbricas. El Patio, me resisto a llamarlo de otra manera, fue un disco muy bien trabajado, tanto,  que el productor apenas quiso aportar nada ya que los músicos venían con un amplio rodaje. Dentro de la corta vida del grupo Triana, apenas ocho años, grabaron seis discos, el primero fue un disco exploratorio, el segundo (Hijos del agobio) era el más político y comprometido y el tercero (Sombra y Luz) el más experimental, los tres restantes son harina de otro costal, curiosamente lo mismo le sucedió a Hilario Camacho, sus tres primeros registros fueron auténticas joyas, los demás ahí quedaron.Revisitar esta obra de Triana y, si es posible, el resto de sus discos, invita a reflexionar sobre los modelos y las intersecciones por las que lo andaluz y su música han transitado dejando una puerta abierta a las representaciones que el rock ha ido resignificando.