Varias mujeres del PSOE acusan a Paco Salazar de "comportamientos inadecuados" cuando era su jefe

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Una trabajadora de Moncloa narra su experiencia a las órdenes del nuevo adjunto a la Secretaría de Organización designado por Sánchez: comentarios obscenos sobre la vestimenta y el cuerpo, mensajes intempestivos con invitaciones para cenar a solas fuera del horario laboral o incluso ofrecimientos de quedarse a dormir en casa, algo que describe como "acoso sexual y abuso de poder"; otra joven voluntaria del PSOE y familia de un veterano dirigente lo señaló también por actitudes "babosas"El PSOE reforma sus estatutos para expulsar a consumidores de prostitución Comentarios obscenos sobre la vestimenta y el cuerpo. Mensajes intempestivos con invitaciones para cenar a solas fuera del horario laboral, incluso con ofrecimientos de quedarse a dormir en casa. Insistencia en el hostigamiento a sus subordinadas y un uso permanente de un lenguaje sexualizado en el entorno profesional. Ese es el ambiente de trabajo que relata en primera persona Lidia, una mujer del PSOE que estuvo a las órdenes de Paco Salazar en la Moncloa y que reclama proteger su identidad con un nombre ficticio porque teme represalias. El mismo miedo que, según admite, no le permitió pedir a ningún superior el cambio de puesto de trabajo que anhelaba para perder de vista a su jefe. Ella lo califica directamente como “acoso sexual y abuso de poder”, porque las negativas a quedar con él llevaban aparejadas castigos, en forma principalmente de menores responsabilidades en su puesto de trabajo y la ausencia de expectativas de promoción política o profesional.Y no se trata de un relato individual. Porque cuando Lidia puso un pie en la Moncloa para trabajar a las órdenes de Salazar, lo primero que recibió es el aviso de sus compañeras para que tuviera cuidado ante un “peligro” de sobra conocido: cuidado con quedar con el jefe a solas o con aceptar invitaciones fuera del horario de trabajo. Según ha podido comprobar elDiario.es, hay al menos otra mujer, muy joven, que, tras las primarias de Pedro Sánchez de 2017 en las que trabajó como voluntaria para las filas socialistas, también trasladó a su entorno personal que Salazar le dispensó un trato “baboso” y que repitió “comportamientos inadecuados” a pesar de la diferencia de edad entre ambos y a pesar también de ser familia directa de un veterano socialista, algo que no frenó a Salazar. Estos relatos a los que ha tenido acceso elDiario.es, el de Lidia de manera directa y el de la segunda joven corroborado por su familiar y por trabajadores del partido, aluden en realidad a un diagnóstico generalizado en las filas socialistas, donde decenas de cargos intermedios o simples militantes de base aseguran que hay un clamor extendido como una mancha de aceite desde hace muchos años alrededor de la figura de Paco Salazar, uno de los hombres más poderosos de Ferraz durante los mandatos de Sánchez. Y por eso una gran parte del Partido Socialista recibió con “pavor” la noticia de su flamante nombramiento este jueves por el presidente del Gobierno como adjunto a la Secretaría de Organización del PSOE. Lo que cuenta Lidia en primera persona a elDiario.es es una situación que asegura que no vivió solo ella sino que sufrieron muchas de sus compañeras, las mismas que le advirtieron el primer día que se incorporó a su puesto de trabajo. Según rememora, cuando puso un pie en la oficina en la que tenía desplegado su equipo Paco Salazar en la Moncloa le llamaron la atención dos cosas. La primera, que la práctica totalidad de integrantes de esa plantilla eran personas del mismo perfil: mujeres jóvenes alrededor de los 30 años. Y también que recibió un aviso inmediato de sus compañeras. “Fue impactante porque lo primero que me dijeron es que tuviera cuidado, que ya se sabía lo que comentaba todo el mundo del jefe, y que mejor no pasar demasiado tiempo con él a solas”. Entonces Salazar, hombre todopoderoso en el PSOE de Sánchez e integrante del núcleo de confianza de José Luis Ábalos y de un Santos Cerdán del que llegó a ser compañero de piso, ocupaba el cargo de adjunto al jefe de Gabinete del presidente del Gobierno. Es decir, el entonces número dos de Iván Redondo. Este viernes, después de que estallase el escándalo Cerdán que ha acabado con el exnúmero 3 socialista en la cárcel, Sánchez empoderó a Salazar como adjunto a una Secretaría de Organización encabezada por Rebeca Torró, una mujer de la absoluta confianza del hombre ahora señalado por varias de sus subordinadas. Un rato después de su nombramiento, Sánchez repudió en un acto en Ferraz con diputadas, senadoras y secretarias de Igualdad del PSOE el comportamiento de Ábalos y su asesor Koldo García con las mujeres que se ha conocido por los audios de la UCO durante la instrucción de la trama de las mordidas a cambio de obra pública: “Es un golpe muy duro para mí saber que yo elegí a esas personas que tienen ese tipo de conversaciones vergonzosas sobre las mujeres y están implicados en casos graves de corrupción. Hay gente que se recupera fácil de los golpes, yo no”. El de Lidia, la mujer del PSOE que cuenta a este periódico su experiencia bajo las órdenes de Paco Salazar, es un nombre ficticio porque asegura tener miedo a represalias si denuncia. De hecho, admite que nunca se atrevió a hacerlo antes sus superiores por el mismo motivo. Ella califica los hechos de “acoso sexual y abuso de poder”. “Lo que más me impactó es que me avisó hasta un compañero, que no es habitual porque quienes solemos protegernos de estas cosas somos las mujeres. Pero me cogió un día al poco de llegar y me lo dijo. Que no se me ocurriera quedarme a solas en el despacho con él. Que a su equipo lo llamaban a modo de chascarrillo 'las chicas de Salazar' y que era vox populi porque le había pasado a otras muchas mujeres”. Y, efectivamente, a ella también le pasó. “Primero fue más liviano, con algunas miradas inquietantes o algún comentario fuera de lugar en un entorno laboral y en una relación de jefe a subordinada”, relata Lidia, que luego empezó a recibir un sinfín de mensajes privados a través de WhatsApp. “Me empezó a decir sin venir a cuento que me quedara yo más tarde que el resto del equipo, que fuese a cenar con él o a tomar algo. Lo hacía de manera insistente. Y me decía que si se nos hacía tarde nos podíamos quedar a dormir en su casa. Se cuidaba mucho de no dejar por escrito ninguna mención sexual, pero era evidente lo que quería decir y él plenamente consciente de la situación en la que me colocaba”. Esta trabajadora de Moncloa explica que si nunca se atrevió a elevar una queja formal ni una denuncia fue tanto por el “poder absoluto” que ejercía Paco Salazar en el partido y su ascendencia con el propio presidente, como por no sentir en ningún momento que su lugar de trabajo fuera un espacio seguro para ello. “Si era vox populi era porque llevaba mucho tiempo pasando, y allí lo sabía todo el mundo y nadie decía nada”, apunta tras rememorar que entre el equipo de trabajo se aseguraba que una de las compañeras sí que elevó una queja interna que no tuvo repercusión alguna. Lidia repasa las vueltas que dio para librarse de ese hostigamiento. “Yo me sentía violentada, evidentemente. Pero me limité a pasar de él, a darle largas para salir del paso. Nunca me atreví a decirle que parara porque era mi jefe”, traslada a este periódico antes de subrayar que no seguirle el juego implicaba directamente consecuencias en su trabajo. “Si no le seguías el rollo, te hacía el vacío. Y pasa a tener consecuencias en lo laboral”. Hay al menos una segunda joven que, durante las primarias de 2017, cuando trabajó en el partido como voluntaria, también vivió situaciones “incómodas” con el mismo dirigente socialista. Ella misma contó a su entorno la actitud “babosa” y los “comportamientos inadecuados” que sufrió de Salazar. Ahí lo dejó. No contó nada a nadie hasta que la campaña acabó y, pasado el tiempo, le hizo partícipe a un familiar directo, un veterano socialista, de los desagradables episodios que tuvo que afrontar trabajando para el partido. La joven nunca más volvió a trabajar para el PSOE, ya que acababa de terminar su oposición como empleada pública y se incorporó sin más a su destino. ElDiario.es conoció este caso por otro trabajador del PSOE e inmediatamente después se puso en contacto con el familiar de la chica, de 25 años, que corroboró el testimonio inicial sobre las prácticas de Salazar. Otra persona que ha trabajado durante meses en el equipo de Salazar asegura que siempre le llamó la atención el “lenguaje sexual” que utilizaba con sus colaboradores, mayoritariamente mujeres jóvenes. Esta misma fuente asegura que no ha visto comportamientos de acoso y que, en caso de verlos, los hubiera denunciado. Pero que tampoco conoce las relaciones que establecía Salazar en el comportamiento de tú a tú con su equipo. Varios socialistas, varones, que han trabajado durante años con el nuevo secretario de organización adjunto aseguran que jamás vieron o escucharon nada a este respecto mientras que consultados otros trabajadores de Moncloa y de la calle Ferraz reconocen que sus equipos siempre han estado compuestos por mujeres muy jóvenes. “Su trato, sin distinción del género de sus colaboradores, siempre fue déspota y malencarado. Pero nunca tuvimos constancia de que se sobrepasara con las mujeres”. Consultado por este periódico, Paco Salazar niega haberse propasado con ninguna de sus subordinadas: “No paro de darle vueltas y no encuentro un momento en mi vida donde haya hecho ninguna estupidez. Yo no he hecho nada con ninguna persona, tengo una pareja de toda la vida, en mi época de universidad pudo ser... pero no entiendo de dónde sale eso. Nunca con ninguna compañera he tenido relación ni trato, nunca jamás. Me he partido la cabeza dándole vueltas y me parece una cosa alucinante. No paro de pensar a ver si la he cagado y le he dicho algo inconveniente a una compañera y la verdad es que no lo encuentro”. Si tienes información sobre este caso u otros similares, puedes escribir al correo seguro pistas@eldiario.es