La Puebla del Río despide al rejoneador Rafael Peralta a hombros

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Por última vez, Rafael Peralta recorrió las calles de su pueblo. No lo hizo montado a caballo, como tantas otras veces, sino a hombros, sostenido por los brazos y el amor de quienes lo admiraron, lo siguieron y lo quisieron. La Puebla del Río ha despedido este sábado a uno de sus vecinos más universales, referente de la tauromaquia, símbolo del arte a caballo y alma de una estirpe que ya forma parte del imaginario andaluz. Fallecido este viernes a los 92 años a causa de una neumonía en el hospital Quirón Sagrado Corazón de Sevilla, Rafael Peralta deja tras de sí una historia escrita a compás de arena, riendas y poesía. El pueblo, que decretó tres días de luto oficial, se volcó en un multitudinario y emotivo entierro que quedará grabado en la memoria como una estampa de respeto, devoción y despedida. Una veneración que traspasa fronteras, ya que incluso en el municipio vallisoletano de Medina de Rioseco ha decretado un día de luto por el fallecimiento del que fue nombrado hijo adoptivo en 2020. Desde primera hora de la mañana, La Puebla respiraba recogimiento. La capilla ardiente, instalada en el Salón de Plenos del Ayuntamiento, fue un constante ir y venir de vecinos, amigos, rostros conocidos y anónimos. A las 12 del mediodía, las campanas de la parroquia de Nuestra Señora de la Granada comenzaron a repicar. El silencio se hizo entre el gentío mientras el féretro abandonaba el Ayuntamiento con la bandera de España y La Puebla del Río y escoltado por una pareja de caballistas a pie. Las calles, engalanadas de duelo, se abrieron paso al cortejo fúnebre, acompañado por la Banda Municipal que interpretaba los acordes de 'Mater Mea' con solemnidad. El féretro, llevado a hombros, fue avanzando lentamente por su pueblo. A su lado, su esposa, Mamer Revuelta, sus hijos —entre ellos la diseñadora Peralta— y sus nietos, visiblemente emocionados, encabezaban una marea humana que parecía no tener fin. Detrás, vecinos de toda la vida, figuras del mundo del toro y de la sociedad andaluza como Teresa Baca, Inés Domecq, Fermín Bohórquez, Pareja Obregón, Mercedes Domecq o Borja Vázquez, entre muchos otros, se unían al cortejo. En la parroquia cigarrera de Nuestra Señora de la Granada, templo donde tantas veces resonó su fe, se celebró una misa funeral que combinó la solemnidad del rito con el alma de la tierra. No faltaron los tonos rocieros ni las referencias taurinas. Se recordó su legado junto a su inseparable hermano Ángel, fallecido en 2018, y se evocaron nombres como el de Juan Belmonte, en un hilo de memoria y respeto que unió generaciones de aficionados y profesionales. Aunque, no sola o se celebraba la historia de Rafael Peralta como rejoneador, también como marido, padre, abuelo y amigo. La misa concluyó con la Salve Rociera. Y una vez más, como en los días grandes, La Puebla del Río se echó a la calle que recibía a los familiares con largas colas para dar el pésame. El féretro volvio a las calles en un gesto de adiós. Rafael Peralta seguirá cabalgando en la memoria de su gente, en la historia del toreo, en la raíz de un pueblo que hoy lo ha despedido con la grandeza con la que vivió. Descansa en paz, maestro.