En el Día Mundial del Cacao que se celebra la próxima semana, el protagonista de millones de chocolates, postres y productos cosméticos revela una realidad poco conocida por cuenta de su alto costo ambiental. Se trata del cacao, una de las materias primas más valoradas del mundo, enfrenta una crisis silenciosa que amenaza su sostenibilidad.Con más de 20.000 litros de agua requeridos por cada kilo producido, el impacto hídrico de su cadena de valor lo ubica en el centro de las preocupaciones globales por el uso eficiente del agua.Consulte aquí: Precio del petróleo no sería suficiente para tapar el hueco fiscal de ColombiaPara los expertos, detrás del placer de una barra de chocolate o de una bebida achocolatada, existe una compleja red de producción que involucra procesos intensivos en agua, que van desde el riego de cultivos y la fermentación de granos hasta el lavado de equipos y la refrigeración industrial.Cada una de estas etapas demanda grandes volúmenes del recurso hídrico, un insumo invisible pero esencial que hoy está cada vez más limitado por la escasez y el cambio climático. En este contexto, se advierte que la industria del cacao debe avanzar con urgencia hacia prácticas más sostenibles si quiere garantizar su viabilidad a largo plazo.CacaoFuente: IStockSegún Diego Varrá, líder de la unidad de negocio de Alimentos y Bebidas de Ecolab para Latinoamérica, “el cacao no solo es uno de los cultivos más valorados del planeta, sino también uno de los más sensibles al cambio climático y a la mala gestión del agua”.“Sin prácticas responsables en limpieza, sin un manejo adecuado del recurso hídrico y sin control microbiológico, probablemente productos como el chocolate tienen riesgo de existir en el futuro”, explica este analista.Puede interesarle: Corte Constitucional advierte a IPS que pacientes deben recibir diagnósticos a tiempoAdemás de su huella hídrica, el cacao enfrenta riesgos sanitarios importantes, en los que si no se siguen protocolos adecuados de higiene, los granos pueden contaminarse con bacterias como la Salmonella y se exigen estándares cada vez más rigurosos de inocuidad alimentaria, particularmente en productos que son exportados o procesados industrialmente.“Desde Ecolab, una firma global especializada en soluciones de sostenibilidad y desinfección, se promueve la adopción de tecnologías como CIP (Clean-in-Place), que permite limpiar silos y equipos sin necesidad de desmontarlos, así como soluciones químicas sin enjuague y monitoreo digital automatizado”, resaltaron.Agua.iStockRespecto a lo anterior, manifestaron que estas herramientas pueden reducir el consumo de agua en la industria hasta en un 40%, al tiempo que refuerzan la seguridad del producto final.Colombia, que ha logrado posicionarse entre los 10 principales productores de cacao del mundo, no está exenta de este desafío. En 2024, el país alcanzó una producción récord de 67.678 toneladas, según Fedecacao y en los dos primeros meses de 2025, las exportaciones crecieron un 24,2% frente al mismo periodo del año anterior, alcanzando los US$20,8 millones, según datos de Analdex.Más información: Colombia-EE. UU.: las etapas de la crisis y los escenarios que se vienen para el país“Hoy, el cacao colombiano llega a 75 países, lo que convierte al sector en un actor relevante del comercio exterior agroindustrial. Pero ese mismo crecimiento implica una mayor responsabilidad ambiental. La expansión del cultivo, si no está acompañada de mejoras en eficiencia hídrica y control sanitario, puede acentuar los impactos negativos sobre el medio ambiente y la salud pública”, resaltaron.En palabras de Diego Varrá, “hay que trabajar con la conciencia de que cada litro de agua cuenta. Es deber tanto de productores, como distribuidores y consumidores buscar aquellos productos que consuman menor cantidad de agua para poder garantizar su sostenibilidad a largo plazo”.En última instancia, el futuro del chocolate depende de decisiones colectivas que comienzan en el campo, pasan por la industria y terminan en las manos del consumidor, ya que optar por prácticas más limpias, tecnologías eficientes y un enfoque consciente en toda la cadena no es solo una opción ética, sino una condición para que el sabor del cacao siga presente en las próximas generaciones.