Cuando los ídolos mexicanos caen: El lado oscuro del deporte de alto rendimiento

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La reciente detención de Julio César Chávez Jr., en Estados Unidos por presuntos vínculos con el narcotráfico ha vuelto a encender los reflectores sobre un fenómeno inquietante: deportistas de élite que, por decisión propia o por las circunstancias, se ven envueltos en el mundo del crimen organizado. Estas historias, marcadas por el éxito deportivo y la caída personal, no solo conmocionan a la sociedad, sino que también invitan a reflexionar sobre los factores que llevan a figuras públicas a cruzar la línea hacia lo ilícito.LEE ADEMÁS: “Los Gringo Hunters”: De qué trata y cuándo se estrena la serie inspirada en la policía fronteriza de MéxicoNo sólo en México, sino más allá de nuestras fronteras la historia registra casos emblemáticos, que ilustran esta compleja intersección entre el deporte y el delito.DE MLB, AL INFIERNOEsteban Loaiza, quien nació el 31 de diciembre de 1971 en Tijuana, Baja California, es un ejemplo paradigmático de cómo una carrera estelar puede desmoronarse.Durante 14 temporadas en las Grandes Ligas, jugó para equipos como los Pittsburgh Pirates, New York Yankees, Chicago White Sox y Los Angeles Dodgers, con los que acumuló 126 victorias, mil 382 ponches y cerca de 43 millones de dólares en ganancias.Su punto más alto llegó en 2003, cuando fue abridor en el Juego de Estrellas y quedó segundo en la votación al Cy Young, empatando con Fernando Valenzuela como el pitcher mexicano con más triunfos en una temporada (21).Sin embargo, la incapacidad para administrar su fortuna y su estilo de vida desenfrenado lo llevaron a la ruina.Loaiza dilapidó el dinero en lujos para familia y amigos, además de caer en excesos personales.En 2018 fue arrestado en San Diego, California, con 20 kilos de cocaína, declarándose culpable de posesión con intención de distribuirla.Cumplió una condena de 36 meses en prisión y fue deportado a México, dejando atrás una carrera que prometía ser legendaria.TESTIGO DE UN CRIMENJared Borgetti, uno de los delanteros más destacados en la historia del fútbol mexicano, se vio involucrado en un incidente que marcó su vida, aunque no como protagonista directo.El 18 de octubre de 2013, durante una fiesta en un lujoso hotel de Los Cabos, Baja California Sur, organizada por Francisco Rafael Arellano Félix, exlíder del cártel de Tijuana, Borgetti fue testigo de un asesinato.Un sicario conocido como ‘El Chino’ Ántrax, vestido de payaso, ejecutó a Arellano Félix en el evento, al que también asistió Omar Chávez, hijo de Julio César Chávez.Borgetti, quien acompañó a Chávez a un pesaje previo a una pelea, se encontraba en el lugar por casualidad.Aunque declaró como testigo ante la Procuraduría General de Baja California Sur, ha evitado hablar públicamente sobre el episodio.Con una carrera que incluyó clubes como Atlas, Santos, Chivas, Pachuca, Cruz Azul, Bolton Wanderers y Al-Ittihad, Borgetti es un ícono del fútbol mexicano, pero este incidente subraya cómo la cercanía con figuras del crimen organizado puede enredar incluso a quienes no buscan problemas.EL ‘KAISER’, BAJO LA LUPARafael Márquez, conocido como el “Káiser de Michoacán”, es uno de los futbolistas más laureados de México, con una carrera que abarca títulos con el Barcelona, el AS Mónaco y la Selección Mexicana.Sin embargo, en agosto de 2017, su reputación se vio empañada cuando el Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo incluyó en la lista de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC) por presuntos vínculos con Raúl Flores Hernández, un narcotraficante ligado al Cártel de Sinaloa.Siete empresas de Márquez, relacionadas con el fútbol y la salud, fueron señaladas como posibles fachadas para actividades ilícitas.El exdefensa, que siempre negó las acusaciones, colaboró plenamente con las autoridades mexicanas y estadounidenses, y en octubre de 2017 se levantó la sanción lo que le permitió recuperar el acceso a sus cuentas bancarias y continuar su carrera.Este episodio, aunque resuelto, dejó una sombra sobre la trayectoria de un jugador considerado un modelo a seguir, evidenciando cómo las sospechas pueden afectar incluso a figuras de impecable historial.DE PORTERO A SECUESTRADOROmar Ortiz, apodado “El Gato” por su agilidad y ojos verdes, fue un portero destacado en la Liga MX. Defendió los arcos de Rayados de Monterrey, Jaguares de Chiapas, Necaxa, Atlante y Celaya.Su carrera se desplomó tras una suspensión por dopaje en 2010, cuando dio positivo por esteroides. Este incidente marcó el inicio de su caída.En 2012, Ortiz fue detenido en Monterrey, acusado de integrar una red de secuestros vinculada al Cártel del Golfo.Las autoridades lo señalaron como encargado de identificar víctimas de alto perfil, incluyendo el secuestro de Armando Gómez, esposo de la cantante Gloria Trevi.Tras un proceso legal de siete años, en 2019 fue sentenciado a 75 años de prisión por secuestro, asociación delictuosa y retención ilegal de una menor, una de las condenas más severas impuestas a un exdeportista en México.Ortiz, quien confesó haber participado en tres secuestros a cambio de 100,000 pesos por cada uno, alegó haber sido torturado para firmar confesiones.En prisión, ha encontrado consuelo en la religión, predicando entre reclusos y trabajando en la lavandería del Cereso de Cadereyta, Nuevo León.Su caso, que combina adicciones, problemas financieros y malas decisiones, es un recordatorio de cómo el talento puede sucumbir ante el crimen.UNA FOTOGRAFÍA COMPROMETEDORACuauhtémoc Blanco, exfutbolista estelar del Amícay actual gobernador de Morelos, se vio envuelto en una controversia que expuso los nexos entre política y crimen organizado. Una fotografía tomada en una iglesia de Yautepec lo mostró junto a tres líderes del Cártel Jalisco Nueva Generación, incluido Raymundo Castro Salgado, “El Ray”, quien controlaba varios municipios de la región.Aunque Blanco Bravono ha enfrentado cargos formales, la imagen desató cuestionamientos sobre su relación con figuras criminales. “El Ray”, detenido en 2019 y asesinado meses después en prisión, era conocido por sus alianzas con autoridades locales.Este caso pone en evidencia cómo la fama deportiva y el poder político pueden converger en contextos en los que el crimen organizado ejerce influencia, generando un debate sobre la responsabilidad de las figuras públicas.CONFESIONES DE UNA LEYENDAJulio César Chávez González, considerado uno de los mejores boxeadores de la historia, no ha ocultado su cercanía con narcotraficantes de alto perfil.En entrevistas, ha relatado encuentros con figuras como los hermanos Arellano Félix, Amado Carrillo Fuentes, ‘El Chapo’ Guzmán y ‘El Mayo’ Zambada, quienes le ofrecieron regalos como joyas, relojes y drogas.Chávez, cuya adicción a la cocaína fue pública, ha insistido en que estas relaciones fueron amistosas y no delictivas, argumentando que negarse a interactuar con estas figuras podía ser peligroso.El reciente arresto de su hijo, Julio César Chávez Jr., por presuntos vínculos con el narcotráfico, ha reavivado el escrutinio sobre estas conexiones, destacando los riesgos de mantener lazos con el crimen organizado, incluso en un contexto social.CASOS INTERNACIONALES: NFL Y NBAEl problema trasciende las fronteras mexicanas.En la NFL, Darryl Henley, exesquinero de los Los Angeles Rams, pasó de ser una promesa del fútbol americano a cumplir 41 años de prisión.Condenado en 1995 por liderar una red de tráfico de cocaína y, posteriormente, por conspirar para asesinar a un juez y una testigo, Henley dilapidó una carrera que incluía 12 intercepciones y un salario anual de 600,000 dólares.En la NBA, Corie Blount, exjugador de los Chicago Bulls, fue arrestado en 2008 con 13 kilos de marihuana. Aunque logró reducir los cargos a un delito menor, cumplió un año de cárcel y enfrentó sanciones económicas y comunitarias.Ambos casos reflejan cómo la fama y el dinero pueden exponer a los atletas a tentaciones que los llevan a perderlo todo.The post Cuando los ídolos mexicanos caen: El lado oscuro del deporte de alto rendimiento first appeared on Ovaciones.