Quienes hayan visitado el Zoobotánico de Jerez durante los últimos meses, seguramente se hayan encontrado podando, cortando el césped o recogiendo hojas a Gerardo Sikwe, quien nunca se imaginó que acabaría de jardinero. Ahora lo es, y no le importaría dedicarse a este oficio. Aunque no olvida sus orígenes, ya que en su Camerún natal estudió electricidad. Electricista, jardinero o camarero —ahora está probando en hostelería—, lo mismo le da. Lo que quiere es trabajar para labrarse un futuro. Sikwe es uno de los alumnos del programa TándEM II, impulsado por Andalucía Acoge y coordinado en Jerez por CEAin. En esta edición han participado 16 jóvenes (once hombres y cinco mujeres) de distintas nacionalidades —de Colombia a Camerún, de Bolivia a Marruecos, de Venezuela a España— que han combinado formación especializada durante tres meses con prácticas remuneradas, a lo largo de nueve meses.Gerardo, ante la atenta mirada de su jefe en el Zoo. JUAN CARLOS TOROUn programa de formación y empleo en alternancia que ha desarrollado dos itinerarios, de jardinería y mediación comunitaria, ambos reforzados con competencias en empleabilidad y nuevas tecnologías. Pero también con talleres en los que se han abordado habilidades sociales o cómo combatir los discursos de odio. Entidades como Cruz Roja, Diaconía, Fundación Mornese o el Ayuntamiento de Jerez colaboran con un programa que está financiado por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), dependiente del Ministerio de Trabajo y Economía Social, en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Unión Europea, y que también se desarrolla en Córdoba y Granada, además de Jerez. Gracias a este programa, jóvenes como Gerardo pueden optar a regularizar su situación en el país, a través de la figura del arraigo por formación. Él ya se imagina de jardinero. O de electricista. O de camarero. O de lo que le salga.Salir de Camerún sin destino fijo Gerardo Sikwe es el mayor de cuatro hermanos, de los que se sentía responsable, y a los que cuidaba, también económicamente. En Camerún estudiaba electricidad, pero también trabajaba para costearse la formación. Pero no le alcanzaba.Llego un día que tuvo claro que tenía que dejar su país para prosperar. Salió, sin rumbo fijo. Primero recaló en Nigeria. Estuvo limpiando baños. Trabajos precarios. En ese país conoció a unos jóvenes que le convencieron de que debía probar suerte en Europa. A él ni se le había pasado por la cabeza.Gerardo Sikwe, con una podadora de setos en la mano. JUAN CARLOS TORO“Empecé a ahorrar el poco dinero que ganaba”, cuenta. Hasta que pudo pagar el billete para montarse en una patera. “Fue muy peligroso, es algo de lo que no me gusta hablar mucho”, concede.Nunca le aconsejaría a nadie que haga lo que él hizo. Estuvo, con los otros ocupantes de la embarcación, un día a la deriva, sin comida, bebiendo agua de mar. Hasta que tocaron tierra en Fuerteventura, en las islas Canarias.De eso hace tres años. En este tiempo ha pasado por varios programas de distintas ONG. Hasta que le hablaron del programa TándEM, que espera que sea un punto de inflexión en su vida.Daniela huyó de Venezuela Daniela Priscilla Zerpa Moreno, venezolana, ha trabajado en la Fundación Mornese, especializada en el trabajo con menores en riesgo de exclusión. "He estado trabajando en colegios, como refuerzo para atender a alumnos que tienen más necesidades", cuentaElla optó por la rama de mediación comunitaria del programa, en la que se trabaja con jóvenes extutelados, personas sin hogar o migrantes. Daniela se dio cuenta de lo que le gustaba ayudar a los demás en una ocasión en la que aconsejó a una compatriota suya. "Siento que tengo mucho que aportar, mucho para dar", dice.Ha participado en talleres sobre habilidades sociales, sobre no violencia, convivencia... impartiendo estas enseñanzas a menores de entre cinco y 17 años. "También está el aula de convivencia, para alumnado con más problemas, a los que se les ayuda a manejar situaciones complicadas, que piensen en los demás". Daniela Zerpa, en los Claustros de Santo Domingo. JUAN CARLOS TOROO el taller de migración, en el que a través de un juego de mesa creado de forma artesana, se abordan los bulos y mitos que existen sobre los migrantes. "Los niños han preguntas y aprenden mucho a través del juego, que es el objetivo", relata Daniela, que llegó al país cuando tenía 14 años. Ahora tiene 22."En España se me han abierto muchas puertas", asegura Daniela Zerpa, quien empezó cursando la ESO, y aunque repitió tercero porque llegó muy avanzado el curso, logró terminar posteriormente bachillerato y hacer un grado medio de Integración Social. Hizo prácticas en CEAin, donde le hablaron del programa TándEM."Quisiera seguir trabajando en lo social", apunta la joven, que quiere matricularse en un grado universitario relacionado con la materia. Aún no sabe si Trabajo Social o Educación Social, pero sí tiene claro que quiere seguir ayudando a quien lo necesite."Es un programa muy enriquecedor"El objetivo del programa TándEM es mejorar la empleabilidad de jóvenes como Gerardo o Daniela, que durante todo un curso han seguido un itinerario que combina formación profesional, práctica laboral remunerada y acompañamiento personalizado. Cuando acaben, habrán ganado experiencia, ampliado su agenda de contactos, mejorado sus perspectivas de futuro.Cristina Armario Ruiz, técnica del programa TándEM, y Juan Luis Carmona, docente, cuentan a lavozdelsur.es que una vez finalizado, se busca posibles salidas laborales para estos jóvenes, a los que se apoya en esa búsqueda, o se intermedia por si hubiera posibilidad de quedarse en los lugares donde han hecho prácticas remuneradas."Como docente, este programa es muy enriquecedor. Además de los contenidos oficiales que hemos impartido, se ha podido trabajar de forma transversal otras competencias, con talleres complementarios de feminismo, sobre delitos de odio, habilidades comunicativas, debate, dinámicas grupales...", relata Carmona.Alumnado del programa TándEM, poco antes de su 'graduación' en los Claustros. JUAN CARLOS TORO"El programa es muy interesante porque hay cinco personas que entraron sin documentación y ahora tienen permiso de residencia por arraigo formativo", aporta Armario, quien asegura que ha sido "uno de los grandes triunfos de TándEM, porque normalmente con Extranjería las entidades privadas tardan mucho en conseguir citas".Además, con prácticas en empresas o entidades que trabajan de cara al público, lo que ayuda a "normalizar" la integración de estos jóvenes, apunta el docente Juan Luis Carmona, quien asegura que sirve para "sensibilizar".Entre ellos, internamente, el programa sirve de "convivencia intercultural" entre jóvenes de Marruecos, Mali, Colombia o Camerún. "Como cohesión de grupo les ha venido muy bien", explica Carmona.Aún no se sabe si habrá próximas ediciones, están esperando la siguiente convocatoria, pero tanto la técnica como el docente señalan que ojalá sea así, porque es un programa "en el que ha existido inserción laboral"."Todos coincidían en que tenían una situación vital y laboral mucho más difícil antes de TándEM, y los que no tenían documentación ni te cuento...", dice el docente. Integrarse en un trabajo, aprender a relacionarse en un país que no es el suyo, mirar al futuro con esperanza... Todo eso consigue, recalcan.