Ucrania no se rinde pese a lo que vaya diciendo EE.UU.

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El reciente ataque ucraniano con drones contra cuatro bases militares donde Rusia guardaba buena parte de su flota de bombarderos estratégicos con capacidades nucleares ha sido un golpe quirúrgico y simbólico. Kiev ha demostrado que no solo tiene la voluntad de resistir la invasión, sino también la capacidad de golpear en el corazón del aparato militar ruso. Esta operación pone en entredicho el discurso de quienes, como Donald Trump y su vicepresidente, J. D. Vance, han apostado por una narrativa sobre la debilidad ucraniana. Este último ha sostenido reiteradamente que Kiev «no está ganando la guerra». Al minimizar la determinación y la resiliencia de Ucrania, han cometido un error de juicio. Pensar que la guerra se decidirá por fatiga o desmoralización de Zelenski y los suyos es no entender la justicia de su causa. Ucrania no está pidiendo caridad, sino apoyo para seguir combatiendo una invasión brutal. Estados Unidos y Europa deben tomar nota: rendirse no está en los planes de Ucrania. Es la retaguardia occidental la que corre el riesgo de claudicar.