En el mundo natural hay una regla no escrita: los seres vivos deben sanar rápido sus heridas si pretenden sobrevivir. Aquí se abre un abanico inmenso de capacidades evolutivas que ayudan a animales, plantas y hongos a cumplir con esa condición. Existen mecanismos únicos, como el del ajolote mexicano, un anfibio que es capaz de, en cuestión de semanas, regenerar extremidades completas —huesos, músculos, nervios— luego de perderlas. También está el sauce, un árbol que es experto en aislar sus heridas y crecer con rapidez y fuerza sobre ellas como si nunca hubieran estado ahí. Pero con los humanos la cosa es distinta. De hecho, son bastante lentos en esto de la sanación. Un nuevo estudio publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B encontró que las heridas humanas tardan más del doble en curarse que las de cualquier otro mamífero. Seguir leyendo