Al abrigo de la sierra de Almijara se encuentra una coqueta casa encalada de difícil acceso, por estrechas carreteras escarpadas. En la cima del municipio malagueño de Torrox, que se levanta discreto, pero firme sobre el mar, podría pasar desapercibida como una de las muchas viviendas para la enorme población extranjera que ha elegido este punto de Andalucía como lugar de residencia habitual, atraídos por el reclamo del “mejor clima de Europa” con el que Torrox se vende en los circuitos turísticos. Sin embargo, en su interior suenan palmas y tacones a compás. Se escucha una saeta a lo lejos y hay un trajín de faldas con volantes secándose al sol.Seguir leyendo