Las compañías que viven de extraer, refinar, comprar y vender petróleo y sus derivados, caso de Repsol, ajustan el negocio a las previsiones. Buenas y malas noticias. A corto plazo, la mala noticia es que la materia prima, el petróleo, baja de precio, lo que puede afectar a los beneficios, las inversiones, la financiación y la cotización en Bolsa. Arena. Pero también hay buenas nuevas [para las empresas]. Las perspectivas de demanda a medio plazo, si el rotulador de Donald Trump no emborrona más el tablero, son de crecimiento; hay reservas de petróleo y gas para rato —más de medio siglo, según el último estudio de GeoSphere Austria— y la transición energética, con sus ambiciosos objetivos en la UE —cero emisiones netas en 2050—, da señales de fatiga. La consultora Wood Mackenzie sostiene que el objetivo se va a retrasar más allá de 2060. Cal.Seguir leyendo