Pasan los siglos, pero la obra de William Shakespeare sigue reflejando la realidad del mundo. Prueba de ello es su nueva obra: 'Coriolano', una tragedia escrita entre 1605 y 1608 que relata la descarnada lucha por el poder. Para Carmen Conesa (64 años) que entiende que «la obra es universal y atemporal», todo «gira alrededor de la erótica del poder, una fuerza excitante para quienes no han probado otra cosa». Aunque ella encuentra erótica en otras experiencias, «como navegar bajo el sol, rodeada de delfines, sin avistar tierra. O correr entre pinares. O sentirte reconfortada después de dar de cenar a cientos de personas como voluntaria de la Hermandad del Refugio». Asegura que para una actriz, la erótica del poder es «sentir la emoción del público cuando lo tienes delante mientras actúas». 'Coriolano' se estrenó en el Festival de Mérida, celebrado en julio del año pasado, «en un escenario cuyas piedras acumulan siglos de historia y por el que han desfilado personajes que invoco antes de salir al escenario», pero a partir de este mes de junio llega a los Teatros del Canal de Madrid. En la obra, Carmen se enfrenta al reto de encarnar a Volumnia, «uno de los personajes femeninos más poderosos y complejos» del dramaturgo y poeta inglés: «Es una madre orgullosa que crea un héroe y lo destruye», explica. Ella también es madre, fruto de su relación con el también actor Cristóbal Suárez , y también se siente orgullosa de su hija, aunque confiesa que su destino es otro: «Estoy agradecida por el regalo de tenerla, soy su fan número uno, cada día aprendo algo de ella», admite. Carmen es «una mujer curiosa que siempre está aprendiendo». Aunque reconoce que «la autocrítica es difícil, es verdad que en algunos momentos puedo parecer soberbia». Encuentra la paz en el bosque, en la montaña, pero vive en Malasaña, en el corazón de Madrid, aunque sale «a caminar o correr todos los días, tres o cuatro horas, con los cascos y mi música, mis pódcasts, mis conferencias, y me voy a los parques. Necesito el contacto con la naturaleza». Como es una estoica, evita «el enfrenamiento porque no soporto la violencia, los gritos, la falta de empatía, la injusticia». No es una mujer maniática, «tampoco supersticiosa», pero sí un poco caprichosa: «Me enamoro constantemente de cosas que me quiero regalar. Pero no me van las joyas o la moda, lo mío son los perfumes», reconoce. No se siente una romántica sino, más bien, «una mujer práctica. Tampoco caigo en la nostalgia porque no te hace vivir el presente». Y con el paso de los años se ha vuelto cada vez más sensible con los animales: «No soporto ver su sufrimiento. Antes me dormía viendo los documentales de La 2, pero ahora me altero cuando van a comerse a una criatura. Soy animalista y voluntaria de varios refugios. A lo largo de mi vida he llorado la muerte de 18 perros, lo cual es terrible, pero acaba por darte práctica en las despedidas, en no atarte a los animales y, sobre todo, en comprender la muerte». Pero la edad también tiene sus ventajas: «La sabiduría de verdad comienza a los 60, aunque entiendo que la juventud no siempre se mire en los mayores, tiene que ser atrevida, osada. Pero a mí, lo reconozco, la sabiduría me reconforta», sentencia. El 'emoji' que más usa «No uso nunca, los odio. Si alguien me envía uno, me decepciona. Prefiero que definan sus sentimientos con palabras» Se haría un 'selfie' con «En principio con nadie. De hecho, los llamo 'selfish' (egoísta, en inglés), pero tampoco quiero parecer negativa. Me haría uno con el catedrático Carlos López Ostín» Un sacrificio por la fama «Ninguno. Antepongo mi vida a la fama» Un momento 'tierra, trágame' «Ninguno. Soy una sinvergüenza. No tengo sentido del ridículo» Algo que no puede faltar en su día a día «Darle los buenos días al universo, mirando al cielo, mientras tomo un litro de té» Un propósito que nunca cumple «Empezar a rodar el documental sobre cinco capitanas, incluida yo, dando la vuelta en barco al Mediterráneo» Un lugar para perderse «Debajo de cualquier árbol de la Casa de Campo, mi refugio en Madrid» Su primer beso «Sobre una roca, en el bosque, con un vecino que me gustaba mucho. Fue un contacto eléctrico que me hizo ver estrellas, con todo iluminado» Tiene miedo a «Mi propia fragilidad en los momentos en que me falla la voluntad» Dentro de 10 años se ve «A los 75 termino de pagar la hipoteca y mi plan es celebrarlo dando la vuelta en velero. Mi sueño es nadar en las aguas de Ushuaia» La pequeña Carmen «Era una niña feliz, mimada y consentida por unos padres mayores (tenían 41 años cuando yo nací, la misma edad con la que yo fui madre) que alimentaron mi autoestima. Según ellos, todo lo hacía bien. Y yo lo quería hacer todo, pintar, bailar, tocar el piano, actuar. Mi padre, que empezó como albañil, se hizo constructor y, como las cosas le fueron bien, me pudo pagar todos esos caprichos que, con el tiempo, acabaron por ser mi profesión. Tenía tantas ideas que llegué a ser elegida Miss Creación en el colegio».