A los 20 minutos, el Paris Sg de Luis Enrique había ofrecido tal exhibición en Múnich que el Inter pareció levantar la bandera blanca de la rendición. Y la levantó. Es como si no hubiera salido del vestuario, asustado por lo que le tocaría sufrie sobre el césped bávaro. Un festival de juego, con un ataque líquido, donde Dembélé y Doué se intercambiaban las posiciones, mientras Kvararatskhelia quedaba anclado en el costado izquierdo. Seguir leyendo....