Cuando Patrick Davies recibe una llamada del centro de salud de su comunidad, en una zona rural de Ghana, sabe lo que le espera: un paciente con una afección dermatológica que el personal sanitario no sabe identificar. No es médico ni enfermero, pero lidera una pequeña organización local, la Gate Foundation, con sede en Ankaful (Cape Coast, Ghana), que trabaja para mejorar la vida de personas que padecen enfermedades tropicales desatendidas de la piel, como la lepra o la úlcera de Buruli, que si no se tratan pueden llegar a causar una gran discapacidad. “Me llaman porque no hay nadie más, ni médicos formados ni medios para diagnosticar, así que solo cuentan con mi experiencia de años en el terreno”, explica a este diario por videollamada. Seguir leyendo