Una tarde de contrastes

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MADRID.- Madrid, primavera encendida y tarde de «No hay billetes». El cartel, anunciado desde hace semanas con ese aroma de acontecimiento que sólo esta plaza sabe mantener, reunía a Diego Urdiales, Andrés Roca Rey y al confirmante Rafa Serna. En los chiqueros, los toros de El Torero, que terminaron por dejar más sombras que luces, ausentes en bravura y parcos en transmisión. Apenas un par de ejemplares se salvaron del desencanto, y como suele ocurrir, los momentos contados se hicieron más valiosos por su escasez.LEE ADEMÁS: Morante y la eternidad entre la grisura: cuando el arte se impone al conformismoRafa Serna fue quien abrió la tarde. La confirmación de alternativa en Madrid siempre tiene un aire de rito. El sevillano con las verónicas templadas, el clasicismo sereno, y más tarde, la batalla con un toro que no quiso ni pudo, un animal sin fuerza ni fondo, que le negó todo salvo el honor de la lucha. Pero se mantuvo. Le dio sitio, supo esperar, y aunque no brilló con el toro, sí lo hizo con la actitud. Confirmó su alternativa, y con ella, su disposición a volver.Diego Urdiales no tuvo tarde. Lo suyo fue una cruz sin consuelo. Su primero fue un toro deslucido, con la mirada huidiza y la embestida recelosa. Urdiales lo probó por ambos pitones, le dio tiempo y distancia, pero el toro medía y soltaba la cara, como si todo en él estuviera hecho de dudas. Se cruzó con valor, marcó los tiempos, trató de hilvanar una faena sobria, pero la materia prima no respondía. Con su segundo, algo más manejable, tampoco logró acople. El de El Torero no humillaba, soltaba la cara tras cada pase, y por más que el riojano trató de bajarle la mano, de obligarlo, nunca encontró una respuesta franca. La faena fue una sucesión de pases sin contenido.Fue Roca Rey quien cambió el pulso de la tarde. Su primero, el tercero del festejo, fue el toro de más posibilidades. Ya desde el saludo capotero se notó que el peruano venía a por todas. Brindó al público, como quien lanza un desafío. Citó de rodillas en los medios, cambió por la espalda, y encendió a los tendidos con un comienzo vibrante. Luego vino el temple. La faena tomó cuerpo con el toreo en redondo, con muletazos largos, de trazo profundo. Por el derecho hubo ligazón y mando. Por el izquierdo, sabor y carácter. El animal iba a menos, pero Roca Rey lo sostuvo. Supo darle aire y, cuando fue necesario, tirar de él con suavidad. La petición de oreja fue mayoritaria, pero el palco, imperturbable, negó el trofeo. Fue un gesto que dejó cierta amargura en el tendido, pero no empañó lo hecho: una faena seria, maciza, con la madurez del torero que ya no necesita demostrar, sólo ejecutar.Con el quinto volvió a ponerse en figura. Era un toro sin chispa, de embestida apagada, pero noble y fijo. Roca Rey fue construyendo la faena como quien talla una escultura en piedra fría. No hubo fluidez al inicio, pero sí voluntad. Por el derecho lo llevó con verticalidad y ajuste, mientras que por el natural encontró algo más de eco. En las distancias cortas terminó imponiéndose, envolviéndoselo al cuerpo y arrancando los olés más encendidos de la tarde. No fue faena de inspiración, sino de esfuerzo y claridad de ideas. Mató bien, y cortó una oreja, se marchó sabiendo que, una vez más, había hecho rugir a Madrid.Rafa Serna volvió al ruedo para cerrar la tarde y lo hizo con la misma actitud de apertura. De rodillas lo recibió en una portagayola ajustada. Luego vinieron verónicas medidas, un galope algo templado, y el brindis al público. En la muleta, el toro comenzó obediente por el derecho, pero fue desarrollando sentido por el izquierdo, hasta llegar a sorprenderlo en una embestida que apuntó directo al pecho. Serna no se escondió. Volvió al pitón derecho, ligó, aguantó, y construyó tandas con estructura y serenidad. Quiso seguir por el izquierdo, pero el toro ya había echado la persiana. Terminó en terrenos cortos, sacando pases sueltos a base de entrega. Volvió a matar con acierto, rubricando una tarde de confirmación sin brillo en el metal, pero sólida en la entrega.Las Ventas, una vez más, exigió claridad de ideas y capacidad de adaptación. La corrida de El Torero resultó dispar, con un conjunto justo de fuerzas y escaso de fondo. Sólo dos toros ofrecieron opciones claras, y ambos cayeron en manos de quienes supieron aprovecharlas. Diego Urdiales apenas pudo dejar constancia ante un lote sin entrega ni ritmo. Rafa Serna, en su confirmación, cortó una oreja en un trasteo serio, resuelto y bien planteado, que dejó una imagen firme de torero capaz. Andrés Roca Rey fue el gran nombre de la tarde: se impuso con autoridad en su primero, al que exprimió en una faena compacta.Plaza de toros de Las Ventas (Madrid).Decimoctavo festejo de la Feria de San Isidro 2025.Lleno de ‘No hay billetes’.Toros de El Torero, desiguales de presentación y juego, destacando el 3.º y en menor medida el 5.º.Diego Urdiales, silencio tras aviso y silencio.Andrés Roca Rey, silencio tras petición y oreja.Rafael Serna, que confirmaba alternativa, silencio y oreja.The post Una tarde de contrastes first appeared on Ovaciones.