A lo largo de 230 kilómetros, el río Evros o Maritsa separa Grecia de Turquía, Europa de Oriente Próximo. Las personas que osan lanzarse al agua para llegar al Viejo Continente no solo deben enfrentarse a las corrientes fluviales y a las vallas de acero con alambre de espino de cinco metros que se han desplegado en parte de ese recorrido, sino también a un enemigo invisible que nunca descansa: una compleja red de tecnologías de vigilancia que, como destapa una reciente investigación periodística, permite prevenir la entrada de inmigrantes al país.Seguir leyendo....