Fracaso ganadero del Conde de Mayalde en Las Ventas; sólo los jóvenes salvaron la tarde

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MADRID.- La corrida del Conde de Mayalde, lidiada en Las Ventas, no merece otro calificativo que el de fiasco ganadero. Fue una tarde que comenzó mal y no mejoró en ningún momento. Un encierro desigual de presentación, sin fuerza, sin raza, sin transmisión y, lo más grave, sin emoción. El toreo exige un mínimo de integridad y bravura en el toro para que la lidia tenga sentido. Lo que saltó al ruedo de Madrid apenas alcanzaba la categoría de material aprovechable. Fue una corrida hueca, mansa y absolutamente inservible. Una decepción profunda que deja mal parado al Conde de Mayalde y levanta preguntas legítimas sobre los criterios de selección de esta ganadería.LEE ADEMÁS: Borja Jiménez, la verdad de un torero en tarde claveAbría plaza “Chorlito”, de 550 kilos, un animal débil desde su salida, perdiendo las manos de manera escandalosa. No hubo discusión posible: el toro fue devuelto por falta de fuerza. No es aceptable que en una plaza como Madrid se lidien toros que no aguantan ni el primer tercio. Salió en su lugar “Extranjero”, del mismo hierro, con algo más de movilidad inicial, y eso bastó para que Ismael Martín saludara de rodillas, dejando verónicas templadas y reunidas. El salmantino, que confirmaba su alternativa, apostó por poner banderillas y cerró ese tercio con un notable tercer par.Sin embargo, todo se vino abajo cuando llegó el turno de la muleta. El toro embestía a media altura, sin ninguna transmisión, sin ritmo, sin emoción. Ismael Martín tiró de técnica y recursos, pero poco o nada pudo construir. Estuvo por encima del toro en todo momento, lo intentó con solvencia y firmeza, pero sin toro es imposible contar una historia en el ruedo. Su saludo desde el tercio fue merecido, porque cuando no hay faena posible, lo que se premia es la actitud y la disposición.El segundo de la tarde, “Escultor”, fue, sencillamente, una vergüenza para esta plaza. Un toro absolutamente impresentable para Madrid, pero que, de forma inexplicable, no fue protestado con la fuerza que merecía. ¿Indiferencia, resignación o falta de criterio en el tendido? Cuesta decirlo, pero el silencio ante semejante presentación fue tan alarmante como la descastada embestida del toro.Le tocó en suerte a David Fandila “El Fandi”, que compartió el tercio de banderillas con Ismael Martín. Un par de facilidades sin apreturas que entusiasmaron al sector menos exigente del público. Ya con la muleta, El Fandi se fue a tablas para iniciar faena con muletazos por alto, buscando calentar la tarde desde el primer pase. No lo consiguió. La faena se diluyó pronto, porque el toro no tenía recorrido, ni motor, ni emoción. El Fandi lo intentó, pero sin alma ni profundidad. Una labor insustancial, marcada por el oficio y la rutina. No incomodó ni conmovió. Y en Madrid, eso no basta.Con “Joyero”, de 602 kilos, la plaza por fin vibró. La razón: Samuel Navalón. El joven torero se fue a portagayola con la verdad por delante, jugándose el tipo frente a un toro que tardó en salir. Fue una carta de presentación seria, sincera. Aquel recibo valiente fue seguido por un quite providencial de Agustín de Espartinas, que evitó una cornada segura. En ese momento, hubo torería y compañerismo, cosas que también forman parte esencial de la fiesta.Navalón inició su faena desde los medios, citando de rodillas a un toro tardo y descompuesto. Fue un inicio vibrante que conectó con la plaza. El toro tenía nobleza, sí, pero carecía por completo de fondo. Iba y venía sin entrega, soltando la cara, sin humillar, sin clase. Navalón se lo sacó por el derecho con temple y decisión. Por el izquierdo, logró meterlo en una tanda de naturales con sabor. Pero todo fue a base de insistencia y fe, porque el toro nunca ayudó. El final por luquecinas, muy ajustadas, fue un broche de raza a una faena que mereció más de lo que el toro ofreció. El acero entró al segundo intento y el descabello fue necesario. Pero eso no resta a la dimensión de entrega que mostró Navalón, muy por encima de su lote.En su segundo turno, El Fandi volvió a tomar los palos. Como siempre, cumplió el trámite con espectacularidad más que con pureza. El público, agradecido, respondió con aplausos. Luego vino una faena de muleta que intentó arrancar desde el genuflexo tanteo por ambos pitones. Lo llevó del tercio a los medios, trabajándolo por el derecho. El toro se movía, pero sin clase. El Fandi, con su estilo, buscó ligar, adelantar la muleta, citar con firmeza, pero no hubo fondo. Por el izquierdo, la faena se redujo a intentos individuales sin continuidad. El resultado: una faena plana, sin momentos que justificaran su inclusión en un cartel de esta categoría.El último turno fue nuevamente para Navalón. Otra porta gayola valiente, otra vez con un toro sin celo, parado y reservón. El torero se jugó el pellejo en un inicio desde los medios, con una determinación tremenda. La embestida fue fea, sin ritmo, sin entrega. Por el derecho, Navalón construyó sobre la nada, con técnica, pureza y temple. Por el izquierdo, logró alguna tanda más larga, pero todo fue a base de insistencia. En los terrenos cortos, se metió entre pitones, cerró con bernadinas ajustadas cuando el toro ya no pasaba. Volvió a dar la cara. El acero no viajó limpio de primeras, pero su actitud fue irreprochable.Ismael volvió a portagayola en su segundo, otra larga cambiada de rodillas para recibir a un toro que tampoco ofreció entrega. Chicuelinas, remates de rodillas y después, banderillas de nuevo junto a El Fandi, en un tercio bien ejecutado. Con la muleta, Martín volvió a mostrar ambición. Lo intentó todo: faena de rodillas, toreo en corto, cambios de mano, entrega. Pero el toro no pasaba. La faena tuvo estructura y verdad, pero no pudo tomar vuelo por la falta absoluta de empuje del animal.Fue una corrida para el olvido en términos ganaderos. El Conde de Mayalde firmó una de las tardes más pobres de lo que va de temporada. Sin presentación, sin bravura, sin alma. Sólo la entrega de los más jóvenes —Samuel Navalón e Ismael Martín— salvó la función. Ambos pusieron el cuerpo y la ambición frente a la nada. En contraste, El Fandi ofreció una versión plana y repetitiva de sí mismo, sin dejar huella. La ganadería fracasó con estrépito.Ficha del festejoPlaza de toros de Las Ventas, Madrid.Vigésimo quinto festejo de la Feria de San Isidro 2025.Entrada: 18.526 espectadores.Toros de Conde de Mayalde, desiguales de presentación, sin fuerza ni fondo, descastados en general.David Fandila ‘El Fandi’, silencio y silencio.Ismael Martín —que confirma la alternativa—, silencio y silencio.Samuel Navalón, ovación y ovación.The post Fracaso ganadero del Conde de Mayalde en Las Ventas; sólo los jóvenes salvaron la tarde first appeared on Ovaciones.