Alemania, en tiempos de desconcierto, y de avance de la extrema derecha, busca una brújula, y Thomas Mann se impone como el clásico que puede dar respuestas, el más contemporáneo. “Su mensaje es que la democracia, una vez que se ha alcanzado, solo va a permanecer cuando nos comprometamos en ella y por ella, y la defendamos”, proclamó este viernes el presidente federal, Frank-Walter Steinmeier, en una iglesia de Lübeck, la ciudad donde Mann nació el 6 de junio de 1875, hace exactamente 150 años. Su eco se escucha más fuerte que nunca. Ya no solo como el literato, el filósofo, el esteta, el autor de La muerte en Venecia. También, y sobre todo, como el escritor político, un intelectual complejo que llegó al antifascismo después de dejarse seducir por el nacionalismo. Una conciencia alemana, y europea.Seguir leyendo