El castillo templario del siglo XIII con vistas a Portugal que sigue intacto y nadie visita

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Situado en el suroeste de Badajoz, hoy descubrimos uno de esos lugares que resiste el paso del tiempo en silencio, alejado del bullicio turístico y de las rutas masificadas. Toma nota para una visita inolvidable.Elevado sobre la colina de Miraflores, este castillo domina visualmente el valle del río Guadiana, una ubicación estratégica que permitía controlar antiguas rutas comerciales y pasos fronterizos entre Castilla y Portugal.Hoy viajamos a lo más profundo de una región fronteriza entre España y Portugal. En un paisaje árido y sereno, donde apenas parece haber pasado el tiempo, se encuentra Alconchel, municipio del suroeste de Badajoz que guarda un secreto que sorprendentemente, pocos conocen.Una joya templaria olvidada en la frontera entre España y PortugalHablamos del castillo de Alconchel, una fortaleza templaria del siglo XIII situada en el municipio homónimo, en la comarca pacense de Olivenza, a pocos kilómetros de Portugal. A pesar de su excelente estado de conservación y de las vistas panorámicas que ofrece sobre la campiña extremeña y la frontera lusa, este castillo sigue siendo un gran desconocido incluso para muchos españoles.Enclavado sobre la cima del cerro del mismo nombre, el Castillo de Miraflores (Alconchel) domina los territorios del entorno. De origen árabe, fue reconstruido en el siglo XII por el monarca lusitano Alfonso Enríquez y consolidado por la Orden templaria. #ExtremaduraDesdeElAire pic.twitter.com/IPxWO5J4I3— extremadura_ (@ExtremaduraON) July 10, 2019Construido en 1257, durante la época de expansión de las órdenes militares cristianas, el castillo pasó a manos de la Orden del Temple, que lo utilizó como enclave defensivo en la vigilancia de la frontera occidental. Más tarde, fue gestionado por otras órdenes militares y señores locales, aunque su estructura original apenas ha variado.Una arquitectura austera pero imponente, fiel al estilo de las órdenes militaresEste castillo pacense responde al modelo clásico de arquitectura militar templaria, es decir, una fortificación funcional, sobria y diseñada para la defensa más que para el ornamento.El castillo se adapta al relieve del cerro con un perímetro irregular, reforzado por sólidos muros de mampostería, torres cuadradas y una imponente torre del homenaje que corona el conjunto.En su interior aún pueden verse restos de aljibes, estancias, pasadizos y dependencias que servían tanto para la vida cotidiana como para el combate. Desde sus almenas se tienen unas vistas espectaculares de la dehesa extremeña y, en días claros, se divisa incluso el perfil de pueblos portugueses del Alentejo.De bastión defensivo medieval a vestigio olvidado del pasadoDurante la Edad Media, el castillo jugó un papel clave en los conflictos fronterizos entre los reinos de Castilla y Portugal. Pero a medida que la estabilidad territorial se consolidó y el poder de las órdenes militares decayó, la fortaleza perdió importancia. En siglos posteriores, el castillo fue utilizado con fines residenciales y agrícolas, hasta quedar abandonado durante buena parte del siglo XX.Hoy en día, el castillo pertenece al municipio de Alconchel, que ha realizado trabajos de restauración y señalización para permitir su visita. No obstante, sigue siendo un enclave poco frecuentado, sin grandes flujos turísticos ni campañas de promoción que lo sitúen en el mapa de los destinos patrimoniales conocidos.Cómo visitarlo y cuál es la mejor época para descubrirloLo cierto es que llegar hasta el castillo es sencillo, ya que se accede fácilmente desde la localidad, y un corto paseo asciende hasta la fortaleza. El recinto está abierto al público de manera gratuita, aunque no siempre cuenta con personal en el interior, por lo que conviene informarse previamente en el ayuntamiento sobre horarios y actividades culturales puntuales.Artículo relacionadoEl castillo con forma de estrella del siglo XVII que pocos conocen, es Patrimonio Mundial y está a 20 minutos de EspañaLa mejor época para visitarlo es entre marzo y junio o entre septiembre y noviembre, cuando el intenso calor extremeño da una tregua y el paisaje se vuelve más amable. En primavera, los campos que rodean el castillo se tiñen de verde y flores silvestres, y ofrecen una estampa ideal para los amantes de la fotografía, la historia y el turismo rural.