Los vientos y los fuegos

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Llevaba un año y medio sin ver a mi hija mayor. No había rencillas ni rencores entre ambos. Habían pasado dieciocho meses sin vernos porque su agenda no coincidía con la mía. Con apenas treinta y un años, es una abogada exitosa, lleva una vida atareada, trabaja en uno de los mejores estudios en la capital de la nación. No hay día en que no trabaje. Incluso cuando se toma unos días libres y se aventura a viajar, continúa trabajando, dondequiera que esté. Tiene, por lo visto, una ética de trabajo que no ha heredado de mí. Mi hija mayor me anunció que vendría unos días a la ciudad en la que vivo. No viajaría para verme, desde luego. El... Ver Más