Mientras miles de peregrinos celebran con fervor y devoción el camino hacia la aldea de El Rocío, una realidad mucho más sombría permanece oculta tras la estampa festiva: la muerte de animales que no resisten las duras condiciones del trayecto. En la edición de este año, al menos dos caballos han perdido la vida. Uno falleció el miércoles en una zona conocida como El Sopetón, muy cerca del término municipal de Almonte, a causa de un infarto; el otro murió en el recinto ferial de Hinojos tras sufrir un accidente.La Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible ha confirmado ambos decesos. El primero se produjo mientras el animal marchaba con la hermandad de La Línea de la Concepción. En ambos casos, el calor extremo, el esfuerzo físico y la sobreexplotación podrían haber sido factores determinantes.Años de cifras alarmantesLas denuncias no son nuevas. Organizaciones como el Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (Pacma) han vuelto a poner el foco en una práctica que, cada año, deja un reguero de víctimas. “Bajo el sol, cargando de carros, sin poder detenerse a descansar”, han señalado sobre el estado de los animales camino de El Rocío. Las cifras refuerzan la alarma: en 2024, murieron nueve équidos; en 2023, fueron 23; en 2014 y 2012, se registraron 13 en cada edición. La cifra más alta documentada se dio en 2008, con 25 muertes.[articles:335560]Desde Pacma recuerdan que "estamos en el año 2025. Existen otros medios de transporte. ¡Dejad de explotar a los animales!". La crítica va dirigida tanto a las hermandades como a quienes alquilan estos animales para la romería. En muchos casos, se trata de équidos forzados a caminar largas distancias sin una preparación física adecuada ni el descanso necesario para soportar el esfuerzo."La mayoría de los animales utilizados son alquilados y los tratan como si fueran cosas que, cuando se estropean, se sustituyen por otras. Estamos hablando de vidas", han resaltado también desde el Partido Animalista. Pese a la presencia de servicios veterinarios en el recorrido, el volumen de participantes y la extensión de los caminos complican una supervisión eficaz. Mientras tanto, las imágenes de celebración siguen copando titulares, dejando fuera del foco el drama que viven estos animales año tras año. La otra cara de El Rocío, la que no se ve en las postales ni en los altares, sigue tiñéndose de un silencioso luto.