Washington despertó este viernes como quien amanece tras una noche loca y tiene que pararse un segundo a recordar si lo del día anterior sucedió realmente o solo fue un sueño salvaje. Eso que sucedió es, obviamente, la sucia pelea pública entre Donald Trump, y su antiguo aliado, Elon Musk, a cuenta de una ley fiscal republicana que el empresario considera “abominable” y que para el presidente estadounidense es crucial en el éxito de su agenda. Ahora toca saber cuál será el perdedor del divorcio más sonado de la política estadounidense reciente, quién reculará primero y si será posible una reconciliación que, conociendo a la pareja, se antoja altamente improbable. Seguir leyendo