#ZNCine – Crítica de Jurassic World: El renacer, de Gareth Edwards

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Jurassic WorldDirección: Gareth Edwards.Guion: David Koepp.Música: Alexandre Desplat.Fotografía: John Mathieson.Reparto: Scarlett Johansson, Mahershala Ali, Jonathan Bailey, Rupert Friend, Manuel García Rulfo, Ed Skrein, Béchir Sylvain, Philippine Velge, Luna Blaise, Audrina Miranda, David Iacono.Duración: 134 minutos.Productora: Amblin Entertainment, Universal Pictures, The Kennedy/Marshall Company, Latina Pictures.Distribuidora: Universal PicturesNacionalidad: Estados Unidos.“La supervivencia no está garantizada”Los dinosaurios siempre han ejercido una gran fascinación entre el público. Tanto que incluso la ciencia ha intentado explicar este fenómeno. Pero esta atracción cobró un nuevo sentido cuando se empezó a especular en décadas pasadas con «devolver a la vida» a los dinosaurios mediante ingeniería genética. La ciencia no ha llegado a poder cumplir con esta expectativa a día de hoy (pese a los progresos en este campo), pero a principios de los noventa sí lo hizo el cine. El responsable de ello el Rey Midas de Hollywood Steven Spielberg, al presentar en sociedad Jurassic Park, la adaptación de la novela original que Michael Crichton había publicado solo unos años antes y que contaba como en un futuro cercano los dinosaurios estaban destinados a convertirse en la atracción de un fantástico parque temático. La historia criticaba las perversiones de un capitalismo dispuesto a retorcer la ciencia y la ética en su favor para así satisfacer la codicia empresarial de unos pocos, mientras el público se entregaba sin remordimientos al gozo de poder contemplar criaturas antediluvianas en un zoo descomunal. La moraleja de la historia venía a decir que hay cosas que el ser humano no debes ni puede controlar y eso se evidenciaba en la tragedia que acontecía en días previos a la inauguración de Jurassic Park. La producción protagonizada por Sam Neill, Laura Dern y Jeff Goldblum se convirtió en todo un fenómeno y en una parte importante de la historia del cine moderno. El trabajo de Spielberg, Industrial Light & Magic y Stan Winston nos hizo creer en el verdadero regreso de los dinosaurios y aún su revisión a día de hoy sigue manteniendo dicho efecto pese al paso inexorable de los años. Jurassic Park también se convirtió en el kilómetro cero de una franquicia que nunca ha superado a su referente, pero que ha funcionado en taquilla de manera colosal amansando millones y más millones para Universal Pictures. Y haciendo que el mensaje de la película original tuviese bastante sorna -nunca mejor dicho- a tenor de como ha evolucionado la franquicia con el paso del tiempo. Después del cierre de la trilogía original en 2001 con Jurassic Park III de Joe Johnston, los dinosaurios durmieron durante más de una década el sueño de los justos hasta que en 2015 una actualización del concepto protagonizada por Chris Pratt y Bryce Dallas Howard renovó el interés del público por los dinosaurios: Jurassic World. Esta nueva trilogía se planteó como un reinicio que copiaba superficialmente lo que había llamado la atención al público de la cinta original al tiempo que añadía algún nuevo elemento a su mitología. Las tres películas recaudaron casi 4000 millones de dólares a nivel mundial, así que la saga no podía quedar en barbecho durante mucho tiempo.Jurassic World: El renacer, los dinosaurios vuelven a dejar huellaY eso nos lleva a la recién estrenada nueva entrega de la saga y segundo reinicio de la misma, Jurassic World: El renacer. Para la ocasión, Gareth Edwards se pone detrás de las cámaras aportando su experiencia a la temática de criaturas fantásticas que ya exploró en su debut con Monsters y en su propia versión de Godzilla que a la postre supondría el inicio del llamado MonsterVerse. El guion corre a cargo de David Koepp que ya hizo lo propio en la original Jurassic Park adaptando el libro de Michael Crichton y en su secuela El mundo perdido, en la que también trabajó como auxiliar en la dirección. En su regreso a la franquicia Koepp se limita a ir a lo seguro construyendo una entrega que por su suerte no es un retal de referencias y guiños a las anteriores películas. Por su parte, el reparto hace borrón y cuenta nueva estableciendo un nuevo triunvirato para la que suponemos nueva trilogía de la saga con Scarlett Johansson, Mahershala Ali y Jonathan Bailey al frente, secundados a su vez por nombres como Rupert Friend, Manuel García Rulfo, Ed Skrein, Béchir Sylvain, Philippine Velge, Luna Blaise, Audrina Miranda y David Iacono. De un lado, un grupo mixto de mercenarios, científicos y empresarios con intereses siempre cuestionables que buscan seguir sacando rédito de los dinosaurios, y por otro lado, un padre de familia, sus dos hijas y su yerno que se ven envueltos en una situación de vida o muerte al adentrarse en territorio peligroso. Una dualidad que hemos visto en muchas historias anteriores de la franquicia y que aquí se remarcaba más si cabe, alternando las heroicidades de unos y otros con grandes escenas de acción y humor. Los acontecimientos de Jurassic World: El renacer se sitúan cinco años después del final de Jurassic World: Dominion y en la propia historia han pasado trece años desde lo ocurrido en la primera Jurassic World. El guion nos muestra como los dinosaurios solo han podido prosperar en entornos ecuatoriales aislados y vetados a la población civil. Es a uno de estos lugares, una isla en la que también se encuentra un centro de investigación abandonado de Ingen, al que dirige la misión de búsqueda y extracción comandada por Zora Bennet (Scarlett Johansson) después de llegar a un trato con Martin Krebs (Rupert Friend), un despiadado ejecutivo representante de una empresa farmacéutica. Al equipo se incorporan el compañero de fatigas de Zora y jefe de equipo, Duncan Kincaid (Mahershala Ali), y el paleontólogo Henry Loomis (Jonathan Bailey) con cero experiencia en el terreno. La misión es conseguir el material genético de tres especies especialmente grandes de dinosaurios para desarrollar una medicina que podría suponer un gran avance para la humanidad. Por el camino, se encontrarán con la familia Delgado atacada en alta mar por uno de sus objetivos, el Mosasaurus, y acabarán todos naufragando en una isla en la que la supervivencia no está garantizada.El guion no pierde tiempo en dar paso a la aventura, presentando rápidamente a sus personajes y dejando a la claras -casi a primer vistazo- aquellos que son realmente importantes y los que están destinados a convertirse en pura carnaza a lo largo de la producción. En eso, la franquicia no sorprende, sigue siendo tan predecible y maniqueísta como siempre. Aunque es cierto que en ocasiones reconforta saber que al menos en la ficción hay productos en los que buenos ganan y los malos son castigados por sus acciones. Si acaso, podríamos decir que los personajes de esta nueva trilogía tiene un punto de complejidad que no han tenido otros en la franquicia y aunque sea más tirando a un pasado en el que no se profundiza y tampoco tiene interés real para la historia. La dinámica entre Scarlett Johansson, Mahershala Ali y Jonathan Bailey no tiene el carisma de la que en su día vimos con Sam Neill, Laura Dern y Jeff Goldblum, pero cumplen en las escenas clave y el ritmo de la película hace el resto al no darnos mucho tiempo a la intimidad y la introspección. Hay que tener en cuenta que la estructura de esta película es la de un videojuego en la que sus protagonistas van superando pruebas cada vez más difíciles hasta enfrentarse al enemigo final: un Distortus rex que se asemeja a un mal cruce entre un Tyrannosaurus rex, un xenoformo y el propio Godzilla. Además, cada etapa de la película nos proporciona guiños a otras producciones de Steven Spielberg como Tiburón e Indiana Jones en Busca del Arca Perdida y de otros iconos del género como Alien. No hay un gran riesgo en este apartado, pero el punto fuerte de Jurassic World: El renacer, como el de otras entregas de la franquicia, es esa mezcla entre acción jurásica y sentido de la maravilla asociado a unas criaturas que son las verdaderas protagonistas del espectáculo. En ese sentido, nadie se puede sentir decepcionado porque la propuesta está muy clara desde hace años, ha quedado muy bien asentada en las producciones precedentes y los tráilers de esta nueva entrega ya dejaban claro que no habría un giro radical a la franquicia. Además, si tenemos en cuenta todas estas limitaciones autoimpuestas, no estamos ni mucho menos antes la entrega más floja de esta serie de secuelas como argumentan algunas críticas y, en general, como reinicio, funciona mejor de lo que lo hizo en su día la primera Jurassic World porque evita ser un nuevo calco de Jurassic Park como pasó con aquella. Si acaso, aquí el referente sería más El mundo perdido, aunque el desarrollo de la trama va por otros derroteros. Así, El renacer de alguna manera recupera cierto salvajismo y oscuridad en la saga, siempre dentro de los márgenes que se permiten este tipo de superproducciones cuyo mayor pecado es y siempre será esa falta de riesgo de ya hemos evidenciado. Todo está al servicio del puro y simple espectáculo en la visión más plana que nos puede ofrecer un blockbuster de esta categoría. El reparto principal cumple con la expectativas y requerimientos de una producción de este tipo: saben correr bien, gritar y ninguno acaba de tener tanta personalidad como para hacerle frente al Tyrannosaurus rex cuando aparece en pantalla. Nos pueden interesar más o menos sus dinámicas y su personalidad, pero el guion se encarga en todo momento de dejarnos claro cuál es su lugar en la cadena trófica. La dirección de Gareth Edwards no arrastra la personalidad de otros productos suyos como las citadas Monsters y Godzilla o su trabajo en Rogue One: una historia de Star Wars y The Creator, salvo en algunas escenas muy puntuales y más a un nivel técnico que de sinergia con temáticas y tratamiento de personajes respecto a otros de sus trabajos. Hay que apuntar que la cinta tiene el presupuesto más alto de la franquicia con 180 millones de dólares, aunque eso a nivel visual no marca una gran diferencia con lo visto en anteriores entregas. Los efectos especiales en relación a los dinosaurios que vemos en pantalla están más que amortizados desde hace años y ya pocas dosis de realismo caben en la receta. Entiendo realismo como verosimilitud, porque obviamente hay muchas cuestiones a nivel científico, principalmente paleontológico y biológico, que se aceptan como parte de la ficción construida a lo largo de la franquicia, pero que ni son ni pretenden ser exactas con la realidad. En ese sentido, como suele ocurrir con cada entrega de la saga, siempre nos inundan los artículos en los que científicos y paleontólogos nos ayudan a diferenciar realidad y ficción. La familiaridad de los espacios ya conocidos, los guiños a las películas precedentes, el inevitable y esperado momento rex, los acordes de la famosa composición musical de John Williams… Todo ello nos hace retornar a un universo que ha seguido creciendo en lo que llevamos de década y que se ha convertido en una cita imprescindible para muchos aficionados que solo buscan desconectar y dejarse llevar por ese niño interior que todavía se siente al mismo tiempo fascinado y sobrecogido por los dinosaurios. Una sensación esta última que resulta contagiosa según con quién se comparta el visionado. Y es que propuestas como Jurassic World: El renacer, lo que dejan al final claro es que el cine siempre será ante todo sentimiento y que la experiencia de vivir una historia -ya sea sentado en la butaca o en el mundo real- es totalmente y hermosamente intransferible. Y también que el mayor enemigo a batir siempre es la comida basura…