#ZNCine – Crítica de Predator: Asesino de asesinos, de Dan Trachtenberg yJoshua Wassung

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Dirección: Dan Trachtenberg, Joshua WassungGuion: Dan Trachtenberg y Micho Rutare, basado en personajes de Jim y John ThomasMúsica: Benjamin WallfischFotografía: AnimaciónReparto: Lindsay LaVanchy, Louis Ozawa, Rick Gonzalez, Michael Biehn, Doug Cockle, Damien C. Haas, Lauren Holt, Jeff Leach, Cherami Leigh, Alessa Luz Martinez, Piort Michael, Andrew MorgadoDuración: 80 minutos.Productora: Davis Entertainment, Toberoff Entertainment, 20th Century Studios, The Third Floor, Twentieth Century Animation. Distribuidora: Hulu, Disney+Nacionalidad: Estados Unidos.Alien: Covenant (Ridley Scott, 2017) y The Predator (Shane Black, 2018) marcaron los respectivos puntos más bajos de dos de las franquicias cinematográficas más celebradas de los años 80. Después de seis entregas la primera y cuatro la segunda con un par de crossover entre ambas, nacidos en los cómics y llevados a la pantalla grande con Alien vs. Predator (Paul W. S. Anderson, 2004) y Alien vs. Predator: Requiem ( Greg y Colin Strause, 2007), xenomorfos y yautjas parecían haber dado de sí todo lo posible dentro del mundo del cine, pese a que ambas criaturas poseían un enorme lore en viñetas que permitía extender sus cosmogonías ficcionales hasta los confines del espacio. Por suerte Predator: La presa (Prey, Dan Trachtenberg, 2022) y Alien: Romulus (Fede Álvarez, 2024) demostraron que ambas sagas podían seguir ofreciendo productos de calidad, pese a la escasa originalidad de sus respectivas propuestas. Centrándonos en la primera de esas cintas, de la que mi compañero Samuel Secades y un servidor ya hablamos en su momento en Zona Negativa, se trató de una producción impulsada por Disney por medio de 20th Century Studios que, después de muchas idas y venidas, no tuvo estreno en salas, sino que pasó directamente al catálogo de Hulu. De la dirección se encargó Dan Trachtenberg, que venía de sorprender a propios y extraños con Calle Cloverfield 10, segunda parte de la saga Cloverfield ideada en su origen por J.J. Abrams (Perdidos, Misión Imposible III, Star Trek) y Matt Reeves (El amanecer del planeta de los simios, The Batman) y su historia estaba localizada 300 años atrás, en la nación comanche. Con unos resultados muy estimables su ejecución se antojaba notable y, pese a transitar no pocos lugares comunes vistos en anteriores entregas, supuso un soplo de aire fresco para los cazadores intergalácticos creados por los hermanos Jim y John Thomas y el cineasta John McTiernan en 1987.El buen recibimiento de Predator: La presa hizo replantearse a los jefazos de Disney si no había sido una mala idea estrenar el film directamente en streaming (con Alien: Romulus tomaron buena nota y su paso por multisalas fue todo un éxito) y por otra parte mantener en nómina a Dan Trachtenberg para desarrollar nuevas propuestas relacionadas con el universo yautja, principalmente con una secuela de la ya mencionada cinta de 2022. Lo que no sabíamos a ciencia cierta es que esa continuación de Prey no iba a ser el proyecto inmediatamente posterior del cineasta de Calle Cloverfield 10 con la marca Predator, sino que se trataría de otro largometraje, esta vez animado y dirigido en colaboración con el diseñador de efectos especiales Joshua Wassung, que ya colaboró con Trachtenberg en la citada Prey. En el casting de voces encontramos a Lindsay LaVanchy, Louis Ozawa, Rick Gonzalez o Michael Biehn, Doug Cockle, Damien C. Haas, Lauren Holt y Jeff Leach, entre otros.Predator: Asesino de asesinos hace lo que previamente hemos mencionado en esta entrada y puede considerarse la mejor de las decisiones a la hora de construir nuevas historias inspiradas en los extraterrestres más letales de la galaxia y no es, nada más y nada menos, que poner la mirada de sus guionistas en los cómics de Dark Horse, no con adaptaciones literales de las múltiples series protagonizadas por los yautjas, y que ya desgranamos en Zona Negativa dentro de un especial hace unos años, sino tomando como inspiración algunos de esos relatos o, al menos, los contextos espaciotemporales en los que se desarrollan. Predator: Asesino de asesinos consta de tres historias independientes que en el último acto del film discurren en paralelo. El escudo tiene lugar en Escandinavia en el año 841, La espada en el Japón feudal durante 1609 y La bala durante la Segunda Guerra Mundial, en 1942.La primera de las historias, la protagonizada por la guerrera vikinga llamada Ursa, ya asienta las bases estilísticas y narrativas del proyecto. Al igual que otras producciones muy estimables como El gato con botas: El último deseo (Joel Crawford, Januel Mercado, 2022) o Ninja Turtles: Caos mutante (Jeff Rowe, Kyler Spears, 2023), Predator: Asesino de asesinos hereda el tipo de animación que marcó a fuego esa obra maestra titulada Spider-Man: Un nuevo universo (Spider-Man into the Spiderverse, Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman, 2018) cuya estética llegaría al paroxismo con su secuela, aquella, no menos genial, Spider-Man: Cruzando el Multiverso (Joaquim Dos Santos, Kemp Powers, Justin Thompson, 2023) y el resultado a un nivel plástico se antoja sencillamente sobresaliente, regalando no pocos pasajes de acción brutales en cualquiera de los tres relatos planteados por Dan Trachtenberg y su co guionista, Micho Rutare.El «plano secuencia» en el que Ursa utiliza el escudo que da nombre a su relato para asaltar la fortaleza del clan de los Krivich, regido por Zoran, es una declaración de intenciones por parte de los responsables del film, ya que está será la tónica audiovisual de los pasajes más dinámicos que ofrecerá Predator: Asesino de asesinos. De una Escandinavia con no pocas deudas con la serie Vikingos o propuestas animadas similares como la fallida, pero meritoria, por arriesgada, Beowulf (Robert Zemeckis, 2006) pasamos al país del sol naciente con los hermanos Kenji y Kiyoshi y ecos que van desde el cine de Akira Kurosawa o Masaki Kobayashi a obras de arte contemporáneas, también de animación, como Samurái de ojos azules (Michael Green, Amber Noizumi, 2023) y de ahí a las batallas aéreas de la Segunda Guerra Mundial que podrían haber facturado los Michael Bay y Roland Emmerich más comercialmente bélicos, o lo que es lo mismo, los de Pearl Harbor (2001) y Midway (2019).Cada una de las tres historias cuenta con un yautja diferente, de distintas épocas y con un armamento personalizado. Esta idea, la de desarrollar el lore de estas criaturas por medio de sus «gadgets», la asentaron los hermanos John y Jim Thomas y el director Stephen Hopkins en la superlativa Depredador 2, la extenderían Nimrod Antal y Robert Rodriguez en la muy reivindicable Predators y la adentrarían el los terrenos de la arbitrariedad y la exageración casi autoparódica Shane Black y Fred Dekker en la tristemente adulterada The Predator. En este caso Trachtenberg, Wassung y Rutare despliegan toda un abanico de artilugios, unos más vistosos que otros, que regalan al espectador una interminable serie de secuencias sangrientas y gore cuya impecable ejecución hará las delicias, sobre todo, de los fans de la franquicia. Esta sesión continua llega a su clímax en la recta final de la obra, la que une a los tres personajes supervivientes de las historias que vertebran el film.Curiosamente, es el ya citado último acto el que muestra más endeblez narrativa cuando no debería hacerlo, ya que se desarrolla en territorio yautja en un circo sádico con reminiscencias romanas regido por un señor de la guerra ejerciendo rol de final boss. En este contexto y con las correspondientes cargas dramáticas de los personajes principales discurriendo en paralelo en pos de la supervivencia mutua es cuando el guion renquea y abusa de los deus ex machina para que los precursores del largometraje puedan hacer transitar la trama por donde les apetece, sin pararse a pensar en lo cuestionable de los recursos que utilizan para llegar a tal fin. Con todo, dichas carencias impiden un cierre sólido al conjunto de Predator: Asesino de asesinos, pero a esas alturas Trachtenberg, Wassung y compañía nos han ofrecido un producto de excelente calidad cuya conclusión no es lo suficientemente irregular como para estropear los hallazgos previos de su agradecido metraje.Además de su impecable calidad técnica y resolutiva narración, Predator: Asesino de asesinos está repleta de guiños a las entrega cinematográficas previas de Predator y su epílogo conecta directamente Prey con la próxima Predator: Badlands, esta vez de nuevo en imagen real, con Dan Trachtenberg repitiendo como guionista y director, Dakota Fanning protagonizando y, ahora sí, con estreno en salas que esperemos ofrezca unos números lo suficientemente positivos como para que Disney y 20th Century Studios nos regalen cada par de años productos tan estimables y entretenidos como el que nos ocupa. Ahora sería interesante ver si la saga Alien, con serie de televisión de próximo estreno en Hulu a manos de Noah Hawley (Legion, Fargo) titulada Alien: Earth, se atreve también a adentrarse en el mundo de la animación. Si el resultado es parecido al de esta Predator: Killer of Killers podemos darnos por muy satisfechos.