Titan: una biosfera alienígena del tamaño de un perro

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La idea de encontrar vida extraterrestre ha capturado la imaginación humana durante generaciones, y pocas lunas del sistema solar despiertan tanto interés como Titán, el satélite más grande de Saturno. Sus lagos de hidrocarburos, atmósfera densa y un oceáno oculto bajo el hielo lo convierten en uno de los candidatos más intrigantes para albergar vida. Pero un nuevo estudio sugiere que si hay vida en ese mundo lejano, es probable que sea tan escasa que toda su biomasa podría pesar lo mismo que un caniche.Una estructura planetaria como una golosina congeladaGracias a los datos de la misión Cassini-Huygens, los científicos han logrado modelar la estructura interna de Titán. Imaginemos un caramelo tipo «jawbreaker»: en el centro hay un núcleo rocoso, seguido por una capa de hielo a alta presión llamado hielo-VI, desconocido en la Tierra pero posible bajo las inmensas presiones del subsuelo de Titán. Encima, se encuentra un océano salado subteráneo, cubierto por una gruesa capa de hielo de unos 100 kilómetros que hace de corteza externa.Este hielo superficial no es estéril: está cubierto de moléculas orgánicas que caen como llovizna desde una atmósfera densa y anaranjada, producto de la compleja química entre el nitrógeno y el metano que la componen. Es como si el cielo de Titán rociara constantemente una capa de ingredientes precursores de la vida sobre su corteza congelada.Ríos de hidrocarburos y montón de orgánicosA diferencia de otras lunas heladas, Titán posee ríos y lagos de hidrocarburos líquidos como metano y etano, que se acumulan en paisajes tan vastos como los Grandes Lagos de la Tierra. Su atmósfera fría y densa (-179 °C) permite que estos compuestos existan en estado líquido en la superficie.Los moléculas complejas que se forman en las capas altas de la atmósfera (debido a la radiación ultravioleta solar) eventualmente caen al suelo, formando dúnas oscuras parecidas a posos de café. Parte de este material puede filtrarse al océano interno a través de grietas provocadas por impactos de meteoritos, o incluso ascender desde el núcleo rocoso.Una biosfera microscópica pero posibleEl nuevo estudio, liderado por el biólogo evolutivo Antonin Affholder de la Universidad de Arizona, se preguntó si ese lento y constante aporte de moléculas orgánicas podría sostener alguna forma de vida microbiana en el océano interior. Para evitar especulaciones demasiado exóticas, el equipo se centró en una de las formas de metabolismo más básicas y conocidas en la Tierra: la fermentación.En lugar de depender del oxígeno, como la mayoría de los seres vivos en nuestro planeta, estos microbios hipotéticos podrían sobrevivir mediante procesos anaerobios, como hacen ciertos microorganismos terrestres como las Clostridias. La fermentación no es ajena a nosotros: está en el pan de masa madre, el yogur y la cerveza.El compuesto clave del análisis fue la glicina, uno de los aminoácidos más simples y comunes en el universo, hallado en cometas, asteroides y nubes interestelares. Aun si llega al océano en cantidades apreciables, los cálculos bioenergéticos revelan una realidad sorprendente: la energía disponible apenas alcanzaría para sustentar un microbio por litro de agua.Una población equivalente a un perro pequeñoSegún el modelo desarrollado, toda la biomasa posible de esta biosfera marcadamente austera sumaría unos pocos kilogramos, lo equivalente al peso de un perro pequeño. Imaginar un mundo entero con vida reducida a esa cantidad es impactante, pero no imposible. La vida, en ese escenario, sería una sombra silenciosa, escondida en las profundidades, extendida en densidades bajísimas y extremadamente difícil de detectar.Para dar perspectiva: sería como buscar una sola célula viva en toneladas de agua, y hacer esto desde 1.300 millones de kilómetros de distancia.Una esperanza humilde para la astrobiologíaEl hallazgo no descarta la posibilidad de vida, sino que redefine nuestras expectativas. Si bien la imagen popular de vida alienígena suele incluir criaturas complejas y tecnologías desconocidas, este tipo de vida microbiana y modesta encaja mejor con la realidad científica que vamos descubriendo.Las implicaciones también afectan los futuros planes de exploración. Si el objetivo es encontrar vida en Titán, habrá que planificar misiones capaces de detectar señales biológicas extremadamente débiles, probablemente bajo el hielo y lejos de la superficie.Titán sigue siendo un mundo fascinante, un laboratorio natural donde los ingredientes de la vida se encuentran pero no necesariamente prosperan. Aun así, su estudio puede revelar mucho sobre los límites de la biología y las condiciones necesarias para que la vida surja y se mantenga.La noticia Titan: una biosfera alienígena del tamaño de un perro fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Natalia Polo.