Vox abraza la tesis más xenófoba de la ultraderecha mundial con su plan de deportaciones masivas

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La hostilidad hacia los migrantes, especialmente si son musulmanes o de origen subsahariano, envuelta en el celofán de la lucha contra la delincuencia y la preservación cultural, es una de las principales banderas de la extrema derecha. Una bandera que siempre ha estado presente en el discurso de Vox pero que ahora les ha llevado a asumir las tesis más xenófobas de la ultraderecha mundial al defender por primera vez la deportación masiva de siete u ocho millones de personas de origen extranjero, incluidos aquellos de segunda generación, es decir, nacidos ya en España.Así lo planteó su portavoz de Emergencia Demográfica y Políticas Sociales, Rocío de Meer, en una rueda de prensa desde la sede de Vox. La ultraderechista aseguró que España está “en un momento de no retorno” y se enfrenta a “una transformación sin precedentes”, debido al “reemplazo demográfico” que “está cambiando la configuración de la sociedad”. De Meer defendió que frente a los “agoreros” que pronostican “el fin del planeta” como consecuencia del calentamiento global, lo que “sí puede desaparecer es tu nación”.Vox se hace eco así de la teoría de El Gran Reemplazo, acuñada en 2010 por el escritor francés Renaud Camus, según la cual los blancos católicos están en trance de ser sustituidos, siguiendo un plan deliberado alentado por las “élites globalistas”, por árabes, subsaharianos y población de otras etnias. No es la primera vez que la formación de Santiago Abascal advierte sobre este delirante plan, pero sí es la primera vez que habla abiertamente de deportarlos a todos directamente."Están abiertas nuestras fronteras. Si de 47 millones de habitantes que tiene nuestro país, más o menos siete, o más de siete, porque tenemos que tener en cuenta la segunda generación, ocho millones son personas que han venido de diferentes orígenes en un muy corto periodo de tiempo, por lo tanto, es extraordinariamente difícil que puedan adaptarse a nuestros usos y costumbres", señaló. La portavoz ultra añadió que sería un "proceso extraordinariamente complejo de remigración" pero que debe hacerse en base al "derecho a sobrevivir como pueblo".Unas palabras que la propia De Meer se vio obligada a corregir este martes. En un vídeo publicado en sus redes, negó que hubiera dicho que "había que expulsar a ocho millones" de personas —aunque la hemeroteca la desmiente— después de que su jefe de filas, Santiago Abascal, la desautorizara al decir que Vox desconoce el número de migrantes que "deben ser deportados", donde englobó a los que "pretendan imponer una religión extraña", "maltraten o menosprecien a las mujeres" o "hayan venido a vivir del esfuerzo de los demás".Vox no quiso aclarar este martes a cuántas personas afectaría y si también implicaría expulsar a millones de migrantes que viven en España de manera legal únicamente por ser 'hijos de'. Su portavoz en el Congreso, Pepa Millán, evitaba concretar su propuesta con cifras concretas. "¿Cuántas repatriaciones? Las que sean necesarias", señaló. "Esto no va de nacionalidades, aquí estamos hablando de culturas. Hay culturas que son manifiestamente incompatibles con la cultura occidental", añadió más adelante.La "civilización occidental”, que ha adquirido uso corriente de forma casi intercambiable con “cultura occidental” o “valores occidentales”, es un concepto estelar del pujante nacionalismo esencialista que hace fortuna en Estados Unidos, Europa y España. Donald Trump considera un honor que se le considere un “defensor de la civilización occidental", una idea que utilizó para justificar, entre otras cuestiones, la deportación masiva de migrantes a terceros países sin permitirles una defensa y sin importar si están expuestos a algún tipo de riesgo. El magnate recibió hace escasas semanas el espaldarazo del Tribunal Supremo para hacerlo legalmente.En clave europea, uno de los grandes aliados de Vox, el primer ministro húngaro Viktor Orbán, ha vaticinado en diversas ocasiones el "fin del dominio occidental y el auge de Eurasia". "Inician guerras, destruyen mundos, modifican las fronteras de los países y se alimentan de todo como langostas", llegó a decir el pasado año. También la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, replica ese discurso, al igual que su aliado y líder de Lega, Matteo Salvini, ambos agitan el avispero de la confrontación interreligiosa al sugerir que la “civiltà occidentale” implicaba un grado de libertad artística que podía herir la “sensibilidad” de “otras culturas”, como “la islámica”.En Francia, tanto Le Pen padre como Le Pen hija han hecho de la idea de una defensa de los valores occidentales frente a la islamización su columna vertebral ideológica. Uno de los grandes defensores de la citada teoría de la conspiración durante la campaña, fue Eric Zemmour, candidato ultraderechista a las elecciones francesas, que la defendía abiertamente en mítines y debates.En España, además de Vox, la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso (PP) se erige en defensora de la "civilización occidental" y sostiene que España llevó a Latinoamérica "la civilización", una idea que cuadra con la "Iberoesfera" de Vox, también connotada de imperialismo religioso. La derecha también utiliza de manera asidua conceptos como "cultura española", "cultura europea" y "cultura occidental", en la que presentan a un "nosotros" amenazado por un "ellos".El Partido Popular ha decidido refugiarse en una suerte de ambigüedad ante la propuesta de Vox. "No se pueden hacer deportaciones masivas. En el PP no estamos a favor de regularizaciones masivas ni de las deportaciones masivas, lo estamos [en contra] porque es lo que establecen las leyes. Nuestra posición es muy clara", aseguraba este martes la recién escogida portavoz del PP, Ester Muñoz, durante su primera rueda de prensa antes de la reunión de la Junta de Portavoces. Muñoz justificó su argumento en la prohibición del artículo 19 de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, en el que se "prohíben las expulsiones colectivas", pero no cita las regularizaciones de personas migrantes. También hizo referencia expresa al artículo 4 de la Convención Europea de Derechos Humanos, algo que "tenemos que acatar", añadió. Además, aseguró a que el artículo 4 de la Constitución "es claro": "No se pueden hacer deportaciones masivas". Pero no hay ninguna referencia expresa a esta prohibición.