Podemos da por amortizada la legislatura

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El partido de Ione Belarra descarta negociar leyes con la coalición progresista después del caso Cerdán y la política de rearme de Sánchez, pero no apoyará una moción de censura impulsada por FeijóoLos socios del Gobierno acusan a Feijóo de impostura con la censura a Sánchez: “Es marketing” “El Gobierno de Pedro Sánchez ya ha muerto”. Podemos tiene claro el diagnóstico sobre la legislatura. El partido que lidera Ione Belarra rompió hace tiempo relaciones con la coalición progresista de PSOE y Sumar, pero el estallido del escándalo de Santos Cerdán ha terminado de confirmar su estrategia: ocupar las posiciones que considera más a la izquierda del arco político y volver a erigirse como una alternativa al bipartidismo. “Lo conocido en España en los últimos días no deja ya lugar a dudas. El ciclo de Pedro Sánchez ha terminado. La única duda es ya meramente temporal, cuándo se concretará el final, si será antes o si será después. Pero el Gobierno ya ha muerto”, dijo Belarra hace apenas unas semanas en el Consejo Ciudadano Estatal de Podemos, el máximo órgano del partido entre asambleas, convocado de manera extraordinaria ante las noticias del caso de corrupción en las filas socialistas. Pero el análisis de Belarra fue un poco más allá. No es solo el fin del Gobierno sino de una etapa política “en la que el PSOE ha podido presentarse con la ayuda de la progresía mediática como una alternativa a la corrupción del Partido Popular y como una fuerza de progreso”. Para la líder de Podemos, las últimas noticias confirman que el partido de Pedro Sánchez junto al que ella misma fue ministra de un gobierno de coalición que duró cuatro años “no forma ni ha formado parte de ningún cambio sino de la reacción al cambio”. “Sánchez ha aniquilado la legislatura con la corrupción y los recortes para el rearme”, aseguró la semana pasada, en una entrevista en El País. Y este lunes, ante los cambios anunciados por Sánchez durante el Comité Federal del sábado, el coportavoz del Podemos; Pablo Fernández, consideraba que se trataba de medidas “insustanciales” de mayor control interno en el partido en vez de la “aprobación” de actuaciones de regeneración democrática. “Esto expresa a la perfección que el interés real que tiene el PSOE, con estos movimientos, no es el interés de acabar con la corrupción, sino de acabar con la crisis de imagen y credibilidad en el seno del PSOE y este Gobierno”, insistió. A su juicio, aún hay preguntas “sangrantes” sobre el caso Koldo que merecen respuestas, como por qué se cesó al exministro José Luis Ábalos y luego se le incluyó en las listas electorales, por qué se permitió que Santos Cerdán fuera nombrado como secretario de Organización del PSOE cuando ya había sospechas entonces sobre él y por qué se mantiene al número dos de Cerdán en el partido, Juan Francisco Serrano. “Estas son las respuestas que quiere conocer la ciudadanía y que siguen sin respuesta”, enfatizó Fernández. En privado, dirigentes de Podemos sostienen que es enorme la profundidad del caso de corrupción que por el momento ha dejado al 'exnúmero tres' socialista Santos Cerdán en prisión preventiva. “Hay audios de 2018. La profundidad de la trama es enorme. Eso quiere decir que llegas al Gobierno y lo primero que haces es ponerte a amañar contratos”, señala una persona de la dirección del partido. “No es el caso Cerdán, es el caso PSOE”, ha insistido Belarra desde que comenzaron a saltar las primeras noticias. De hecho, en el partido ven muy difícil creer que Sánchez no supiera nada de lo que ocurría entre Santos Cerdán, el exministro de Transportes José Luis Ábalos y su asesor Koldo García. “Si sospecharon, investigaron y no llegaron hasta el fondo, responsables; y si lo sabían y lo taparon también responsables”, censuran. Tras la entrada en prisión preventiva de Cerdán, Belarra aseguró que el PSOE de Pedro Sánchez es el mismo que el de los casos de corrupción del partido en el pasado. “Ha envejecido de golpe 20 años, es el mismo de Filesa, de los GAL, de los ERE. Es el mismo PSOE de antes”, insistió. Las críticas de Podemos hacia el PSOE se han multiplicado en los últimos días, pero su enfrentamiento no es ni mucho menos nuevo en esta legislatura. La estrategia de oposición al Ejecutivo comenzó prácticamente al mismo tiempo que su salida de Sumar para pasar al Grupo Mixto. Aunque en aquel momento el Gobierno tuvo que pelear duro algunas negociaciones con sus cuatro diputados y llegó a perder alguna votación importante, la estrategia de rearme de Pedro Sánchez supuso un punto de no retorno para los de Belarra. Podemos ha llegado a hablar del presidente como un “señor de la guerra” después de que el Gobierno mostrase su intención de alcanzar este año el objetivo de llevar el presupuesto en defensa hasta el 2% del PIB. “También tenemos una gran distancia con este Gobierno por esa estrategia de rearme por ese compromiso con la OTAN, por ponernos a disposición y poner los impuestos de los españoles y el bienestar de los españoles y los servicios públicos de nuestro país al servicio de Donald Trump”, dijo la pasada semana la eurodiputada y secretaria política de Podemos, Irene Montero, en unas declaraciones a la prensa. Podemos, siguiendo esta línea argumental, ha dejado de ser, por tanto, un socio del Gobierno de coalición. En las últimas semanas, sus dirigentes han trasladado que no negociarán más con PSOE y Sumar las leyes que lleven al Parlamento. Eso no quiere decir que vayan a tumbar todas las votaciones a partir de ahora, sino que apoyarán lo que crean que es positivo para la ciudadanía sin entrar a una negociación sobre los contenidos de los proyectos legislativos. Los cuatro diputados del partido son imprescindibles para el Gobierno, que necesita sus votos si quiere sacar cualquier ley en el Congreso sin recurrir al PP. En los primeros meses de la legislatura, la formación de Ione Belarra usó ese factor como fuerza negociadora, pero no lo hará más a partir de ahora, de acuerdo con lo que han trasladado en las últimas semanas y sobre todo a raíz del estallido del caso de corrupción. Los efectos de esta postura pueden empezar a notarse en las próximas semanas, por ejemplo en la ley de movilidad sostenible que impulsa el Gobierno, que está previsto que vaya a comisión esta semana con la idea de que se vote en un pleno extraordinario el 22. Hoy por hoy, al Ejecutivo le faltan los cuatro votos de los de Ione Belarra, que no ve con buenos ojos el texto que maneja la ponencia. También podría ocurrir lo mismo con la iniciativa legislativa popular para una regularización de migrantes, que aunque está atascada en ponencia por las negociaciones entre los grupos, no contaría con los votos de Podemos si el PSOE consigue sacarla con las líneas que ha propuesto hasta ahora. Es menos probable que Podemos ponga trabas a la ley para la reducción de la jornada laboral, que también pasará su primer examen en ese pleno. Ese texto podría peligrar más adelante si la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, introduce cambios para contentar a Junts que aminoren el impacto de una reforma que en el partido de Belarra ya consideran poco ambiciosa. No apoyarán una moción de censura de Feijóo Podemos tiene mucho margen para desgastar al Gobierno en su actividad legislativa, pero pocos mecanismos parlamentarios para tumbarlo definitivamente, puesto que no están dispuestos a apoyar una moción de censura impulsada por el PP de Alberto Núñez Feijóo. “Podemos no tiene nada que hablar con el partido podrido, el partido más corrupto de Europa. Podemos está construyendo la alternativa al partido corrupto, para que la gente no tenga que elegir entre la corrupción del PP o la del PSOE”, sostuvo Belarra el día 1, poco después de que el PP anunciara una ronda de contactos con los socios de investidura para testear su apoyo al Gobierno. También rehúyen la idea de pedir elecciones. “No corresponde hacer política ficción y el único que puede convocar elecciones es el presidente. Ha dejado claro que va a tirar para adelante. Con o sin presupuestos y con un gravísimo caso de corrupción en su seno”, dijo Belarra también ese día. En privado, fuentes de Podemos asumen que Sánchez, si quiere, puede aguantar hasta 2027, aunque lo haga al ralentí y sin poder sacar leyes en el Congreso. El Gobierno ha muerto para el partido, aunque eso no se traduzca directamente en elecciones. Tampoco creen que sea pertinente una cuestión de confianza: “No resuelve el problema de fondo, que es que el PSOE ha vendido durante diez años una cosa que no es”. Podemos entiende que la estrategia debe pasar a partir ahora por la construcción de un espacio político que se separe de este Gobierno y recoja el descontento a la izquierda del PSOE que no está atrayendo Sumar, entienden, por su apoyo a los socialistas. “Nuestra lectura es que hay mucha gente decepcionada. España es un país progresista, pero desanimado”, defienden esas fuentes. Una estrategia que de momento no tiene calado en el electorado a tenor de unas encuestas que no impulsan a Podemos por encima de la barrera del 4% de los votos.